Por él, hoy resplandece el maravilloso intercambio
de nuestra redención:
porque, al asumir tu Verbo nuestra debilidad,
no solo asume dignidad eterna la naturaleza humana,
sino que esta unión admirable nos hace a nosotros eternos.
de nuestra redención:
porque, al asumir tu Verbo nuestra debilidad,
no solo asume dignidad eterna la naturaleza humana,
sino que esta unión admirable nos hace a nosotros eternos.
La
Navidad, que maravilloso regalo de Dios a la humanidad. Dios mismo se hace
visible al hombre. La salvación misma se acerca a la humanidad caída por el
pecado Dios viene a iluminar a los que
vivimos en las tinieblas del capitalismo,
consumismo, materialismo, egoísmo.
Dios viene como el sol que nace de lo alto para dar luz y calor a un
mundo frío y herido por el pecado.
Dios
viene a regalarnos un intercambio. El
siendo Dios eterno, se hace hombre terreno para posibilitar al hombre su
eternidad en una vida futura con él y en él.
Además,
haciéndose hombre nos habla de la importancia de la familia. Todo un Dios, que
podríamos pensar que no necesita de nada, ha optado por necesitar a una
familia. Ha querido pertenecer a una familia. Si, la familia, ese entorno en el
cual se nos protege, se nos cuida y se nos enseña. La familia, un hogar donde
crecer en sabiduría y verdad. Si Dios
mismo dio tanta importancia a la familia, ¿cómo es posible que el hombre piense
que puede crecer sin ella? ¿Cómo es posible que se estén creando leyes que van
en contra de proteger la familia, como divorcio exprés, la gestación subrogada,
la eutanasia o aborto? ¿Por qué el hombre de hoy, y los gobernantes no protegen
el pilar más fundamental de la sociedad? El hombre sin familia se rompe, queda
desprotegido, y sólo queda al amparo de lo que pueda recoger de una sociedad
corrompida. Dios nos enseña de su importancia, Dios nos advierte de que tenemos
que cuidar y querer a la familia, pues sólo en ella, podremos crecer en el
amor.
No
olvidemos nuestra naturaleza humana, esa
misma que Dios quiso tener en el seno de una familia. En el seno de nuestro
primer grupo social, antes de cualquier
otro, como amigos, o el comienzo de una nueva familia. Dios nos enseña que sólo creciendo y viviendo
en ese primer grupo social, podremos entrar a formar parte de otros, como el
Colegio, los amigos u otros. No podemos desaprovechar la oportunidad de dar
gracias casa día a nuestra familia, por estar ahí.
En
estos días de Navidad, y en el seno familiar,
demos gracias por todo lo que somos. Pues Dios nos regaló la vida. Una
vida llamada a crecer mirando al sol naciente, mirando a todo un Dios que se
recrea en la belleza de una madre, en la belleza de la familia.
Maximiliano García