domingo, 30 de diciembre de 2018

Navidad y familia


Por él, hoy resplandece el maravilloso intercambio
de nuestra redención:
porque, al asumir tu Verbo nuestra debilidad,
no solo asume dignidad eterna la naturaleza humana,
sino que esta unión admirable nos hace a nosotros eternos.

La Navidad, que maravilloso regalo de Dios a la humanidad. Dios mismo se hace visible al hombre. La salvación misma se acerca a la humanidad caída por el pecado  Dios viene a iluminar a los que vivimos en las tinieblas del capitalismo,  consumismo, materialismo, egoísmo.  Dios viene como el sol que nace de lo alto para dar luz y calor a un mundo frío y herido por el pecado.
Dios viene a regalarnos un  intercambio. El siendo Dios eterno, se hace hombre terreno para posibilitar al hombre su eternidad en una vida futura con él y en él.
Además, haciéndose hombre nos habla de la importancia de la familia. Todo un Dios, que podríamos pensar que no necesita de nada, ha optado por necesitar a una familia. Ha querido pertenecer a una familia. Si, la familia, ese entorno en el cual se nos protege, se nos cuida y se nos enseña. La familia, un hogar donde crecer en sabiduría y  verdad. Si Dios mismo dio tanta importancia a la familia, ¿cómo es posible que el hombre piense que puede crecer sin ella? ¿Cómo es posible que se estén creando leyes que van en contra de proteger la familia, como divorcio exprés, la gestación subrogada, la eutanasia o aborto? ¿Por qué el hombre de hoy, y los gobernantes no protegen el pilar más fundamental de la sociedad? El hombre sin familia se rompe, queda desprotegido, y sólo queda al amparo de lo que pueda recoger de una sociedad corrompida. Dios nos enseña de su importancia, Dios nos advierte de que tenemos que cuidar y querer a la familia, pues sólo en ella, podremos crecer en el amor.
No olvidemos nuestra naturaleza humana,  esa misma que Dios quiso tener en el seno de una familia. En el seno de nuestro primer grupo social,  antes de cualquier otro, como amigos, o el comienzo de una nueva familia.  Dios nos enseña que sólo creciendo y viviendo en ese primer grupo social, podremos entrar a formar parte de otros, como el Colegio, los amigos u otros. No podemos desaprovechar la oportunidad de dar gracias casa día a nuestra familia, por estar ahí.
En estos días de Navidad, y en el seno familiar,  demos gracias por todo lo que somos. Pues Dios nos regaló la vida. Una vida llamada a crecer mirando al sol naciente, mirando a todo un Dios que se recrea en la belleza de una madre, en la belleza de la familia.
Maximiliano García

1 comentario: