sábado, 2 de abril de 2016

Segunda Semana De Pascua Ciclo C



“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros»”.[1]
            Los discípulos estaban en casa con las puertas cerradas. Los discípulos, que habían conocido en obras y palabras al Señor, estaban encerrados. ¿Qué les pasaba? ¿A qué tenían miedo? Tenían temor a que les pasara lo mismo que habían visto que le ocurrió a Jesús. En ese momento, cuando vieron morir a Jesús de la forma en que lo hizo, les entraron las dudas. No habían entendido el mensaje que antes el Señor les había dado “el Hijo del hombre tiene que morir y resucitar al tercer día”. Ellos pensaban que Jesús era el Mesías y sin embargo muchas de sus esperanzas se habían desvanecido al verle morir. Pero Jesús es veraz. Él cumple sus promesas. Él vuelve a hacerse presente entre ellos para darles paz. El Señor siempre aparece, una vez más, para volver a alentar a sus discípulos y confirmarles que sus esperanzas, anhelos e ilusiones puestas en Él no son en vano, que Él es el Mesías que tenía que venir a liberarnos y darnos la Salvación.
            Esto nos debe hacer reflexionar sobre muchas de nuestras actitudes. Pensar cuántas veces en nuestra vida perdemos la esperanza, perdemos la ilusión, porque algo o alguien importante se ha perdido o se ha ido. En esos momentos más difíciles solemos dar más importancia a ese momento concreto, como si lo vivido anteriormente no hubiese tenido sentido. Incluso muchas veces nos entran las dudas, y podemos llegar a poder pensar que todo lo vivido anteriormente ha sido una mentira o un sueño. Pero Jesús hoy nos vuelve a recordar que no tengamos miedo. Que Él está con nosotros, que Él está entre nosotros. Que tengamos paz para afrontar esos nuevos retos que se nos pueden ofrecer después de determinados momentos. Que tengamos valor y esperanza, puesto que el bien, el amor, y la paz es lo que triunfa. En definitiva, la victoria es la Vida, esa misma vida que Cristo nos da y nos regala, la Vida Eterna.
“Tomás, uno de los doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Él decía «si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto la mano en su costado, no lo creo»”.[2]
Qué importante es estar presente, es estar atento a la venida de Cristo entre nosotros. Muchas veces nos puede ocurrir que no estamos atentos, o que por hacer otras cosas, aunque éstas sean muy buenas, nos despistamos de los esencial de nuestra vida cristiana, poner nuestra atención en Cristo. Cuando actuamos así, estamos siendo como Tomás. Y muchas veces queremos pruebas para creernos algo. No nos basta con que nos lo digan. Hoy se nos recuerda que la fe es una confianza en ese Dios que murió y resucitó por nosotros. Pero como en numerosas ocasiones solemos actuar como Tomás, el Señor, nos da pruebas de su resurrección.
Vivamos de esta fe que el Señor nos da y nos fortalece con su Resurrección.
Feliz Semana.

Maximiliano García Folgueiras


[1] Jn 20,19
[2] Jn 20,24-25.

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