sábado, 16 de abril de 2016

Cuarta Semana De Pascua 2016




«En aquel tiempo, dijo Jesús: “mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna”»
            Una vez más el Señor nos llama ovejas. Sí, somos las ovejas que seguimos las instrucciones del Pastor, del Buen Pastor que guía al rebaño hacía buenos pastos donde descansar y ser felices. Esta es la meta que tiene el Señor con nosotros, guiarnos hacía la paz, la tranquilidad y la felicidad. ¿No te gustaría esto? Si lo quieres, como yo lo quiero, sólo tenemos que hacer una cosa, escuchar y fiarnos de la voz del Buen pastor, nuestro Señor Jesucristo.
            El Señor nos dice que Él nos conoce. No me cabe la menor duda de esto. Es más, en otro lugar nos asegura que Dios conoce hasta el último pelo que tenemos en la cabeza. Él nos conoce desde antes de la Creación. Él ya nos tenía pensados. Él desde siempre ha contado con nosotros, para que seamos sus ovejas y le sigamos. ¿Dónde nos lleva? A darnos la Vida Eterna. ¡Qué gran regalo! ¿Cómo es posible tanto amor de Dios? ¿Cómo es posible que Dios confíe tanto en nosotros? Porque su amor no tiene límites, porque no puede hacer otra cosa que no sea amarnos, porque todo su empeño es darnos su amor, que es un amor de salvación y Vida Eterna.
«No perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano»
            Además esa Vida Eterna es estable. Nos asegura que estamos llamados a gozar con Él, a vivir para siempre con el Señor. ¡Qué alivio y qué tranquilidad y qué alegría saber que nuestros seres queridos, que ya no están con nosotros están gozando contigo y que ya nadie les quitará de ahí! El Señor es tan grande, tan misericordioso, que nos atrapa con su mano para no soltarnos nunca. Quiere estar con nosotros para siempre.
            ¿Quieres disfrutar de este amor? Vamos juntos a escuchar a Dios, nuestro Padre, que nos ha creado por amor y por amor quiere tenernos con Él para siempre. Junto al Señor podremos decir como los apóstoles “que quedamos llenos de alegría y de Espíritu Santo”.
Maximiliano García Folgueiras

No hay comentarios:

Publicar un comentario