«En
aquel tiempo, dijo Jesús: “mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y
ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna”»
Una vez más el Señor nos llama ovejas. Sí, somos las
ovejas que seguimos las instrucciones del Pastor, del Buen Pastor que guía al
rebaño hacía buenos pastos donde descansar y ser felices. Esta es la meta que
tiene el Señor con nosotros, guiarnos hacía la paz, la tranquilidad y la
felicidad. ¿No te gustaría esto? Si lo quieres, como yo lo quiero, sólo tenemos
que hacer una cosa, escuchar y fiarnos de la voz del Buen pastor, nuestro Señor
Jesucristo.
El Señor nos dice que Él nos conoce. No me cabe la menor
duda de esto. Es más, en otro lugar nos asegura que Dios conoce hasta el último
pelo que tenemos en la cabeza. Él nos conoce desde antes de la Creación. Él ya
nos tenía pensados. Él desde siempre ha contado con nosotros, para que seamos
sus ovejas y le sigamos. ¿Dónde nos lleva? A darnos la Vida Eterna. ¡Qué gran
regalo! ¿Cómo es posible tanto amor de Dios? ¿Cómo es posible que Dios confíe
tanto en nosotros? Porque su amor no tiene límites, porque no puede hacer otra
cosa que no sea amarnos, porque todo su empeño es darnos su amor, que es un
amor de salvación y Vida Eterna.
«No
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano»
Además esa Vida Eterna es estable. Nos asegura que estamos
llamados a gozar con Él, a vivir para siempre con el Señor. ¡Qué alivio y qué tranquilidad
y qué alegría saber que nuestros seres queridos, que ya no están con nosotros
están gozando contigo y que ya nadie les quitará de ahí! El Señor es tan
grande, tan misericordioso, que nos atrapa con su mano para no soltarnos nunca.
Quiere estar con nosotros para siempre.
¿Quieres disfrutar de este amor? Vamos juntos a escuchar
a Dios, nuestro Padre, que nos ha creado por amor y por amor quiere tenernos
con Él para siempre. Junto al Señor podremos decir como los apóstoles “que quedamos llenos de alegría y de Espíritu
Santo”.
Maximiliano García
Folgueiras
No hay comentarios:
Publicar un comentario