La gente sigue observando a Jesús, están nerviosos
porque no saben si hacerle o no caso lo que Él dice. Quieren y buscan
confirmación en sus dudas. ¿Acaso no es lo que hacemos nosotros muchas veces? ¿no
somos nosotros, los que, en un momento de debilidad, de duda, de incógnita,
queremos salir cuanto antes de esa situación? Aquellos judíos, estaban
esperando al Mesías, y tenían ganas de que llegara, pero no se fiaban de que
aquel Jesús fuese el verdadero Salvador que estaban esperando.
Ante las distintas formas de búsqueda de confirmación
de lo que anhelamos y esperamos, Dios nos da su respuesta. Nos dice que miremos
todo lo que nos ha sucedido en la vida. Que miremos todo lo que Él no dice y
cómo ha actuado en nosotros. Que miremos a aquellas cosas que no hemos sabido
dar explicación, pero que nos hizo sentirnos verdaderamente felices. En aquellos
momentos que estábamos decaídos y algo o alguien se pusieron en medio y nos levantó
de aquella situación. Que pensemos en aquella palabra oportuna que estábamos esperando
en aquel momento concreto que no sabía dar respuesta. Y ante esto el Señor nos
pregunta ¿No crees? ¿Quién es tu pastor? ¿En quién estamos poniendo nuestra
confianza? ¿Por quién nos estamos dejando guiar? El Señor nos afirma que, si
somos de su rebaño, entonces escucharíamos su voz y la reconoceríamos como la
voz de nuestro Señor y de nuestro Salvador. Nuestro único Pastor que viene a
darnos vida eterna, para que nunca perezcamos. Un Pastor Bueno que no va a
permitir que nada ni nadie nos separé de Él. Pero ¿Queremos que Él sea nuestro
Pastor? Esto implica una confianza y un abandono en sus manos, dejarnos guiar
por él sin tener nosotros el control de nuestras vidas sino dejárselos al único
Señor y Salvador Jesucristo. Sólo con la certeza que nos da la fe de que con Él
gozaremos de la vida eterna, de la Salvación y la vida duradera.
Seguir al Señor, merece la pena, pero ¿Estamos
dispuesto a dejar que sea Él nuestro único guía y Pastor? Pues entonces hagamos
en este momento un acto de fe y pongamos nuestra vida a su disposición, que
tome posesión de nosotros, que nos abrace con su amor, que nos guíe con su
cayado, que es la Cruz de nuestra Salvación, y digámosle con el corazón
henchido “heme aquí Señor”.
Maximiliano García
Folgueiras
Porque me has llamado para ser de tu rebaño, para seguirte hasta la Eternidad.
ResponderEliminar