La
exaltación de la Santa Cruz
Hoy día 14 de septiembre,
la Iglesia celebra una fiesta importante, la Exaltación de la Santa Cruz, que
no es otra cosa, sino celebrar el hallazgo de la Cruz donde Cristo murió por
nosotros. Puede resultar curioso que una cruz se exalte. Que un instrumento de
tortura y de muerte se exalte. Acaso los cristianos ¿estamos locos? No. Los
cristianos no exaltamos la cruz como signo de tortura y de muerte, sino de paz,
de amor, de vida, de salvación. Esto es lo que celebra la Iglesia y lo que hoy
nos anima a seguir viviendo.
En esta fiesta, siguiendo
la propia liturgia del día, nos invita a fijarnos en el pueblo que anda
extenuado. ¿Cuántos a nuestro alrededor andan sin fuerzas? ¿Cuántos a nuestro
alrededor están tan cansados de luchar que quieren tirar la toalla? Y ante esta
realidad tan dura, ¿Cuál es nuestra respuesta? Hoy se nos invita a ponernos de
lado de los que están padeciendo la cruz, de animarles y de motivarles a seguir
con entereza la dureza de su camino. Caminando con ellos, siendo hoy, los
nuevos cireneos que ayudan a llevar las pesadas cruces a los demás. En
definitiva, en esta festividad, a lo primero que se nos invita es a que seamos
sensibles ante las necesidades de los demás.
También vemos, que ese
pueblo extenuado se queja contra el Señor. Es normal, cualquiera de nosotros
también lo hacemos. Nos van las cosas mal y podemos pensar que Dios se ha
olvidado de nosotros, o que ya no le importamos. Pero nada más lejos de la
realidad. No obstante, ese mismo pueblo que ya no podía más, se fija en que entre
ellos, hay uno que puede tener respuesta y solución a sus debilidades. Dios
siempre pone medios para que podamos retomar las esperanzas. Ese pueblo se fijó
en Moisés. Hoy cabría la pregunta de ¿Cuántos Moisés tenemos hoy a nuestro
lado? ¿Cuántas personas nos alientan, nos animan, nos ayudan, etc? Hoy es un
día especial para fijarnos en que Dios no abandona a sus hijos. Siempre está
dispuesto a atenderlo, aunque a veces, su manera de responder a nuestras
debilidades, sufrimientos o necesidades, no sean las que nosotros estábamos
esperando. Pero Dios, en cada momento, nos da lo que más necesitamos para salir
victoriosos ante las dificultades.
Otra cosa impresionante
que podemos resaltar de este día es la impresionante humildad de Dios. El
ejemplo más claro de que la grandeza no está en los alardes de poderío, que al
hombre tanto le gusta. Dios, siendo Dios no hizo alarde de su categoría y se
despojó de su rango. ¿No es impresionante? ¿Cuántos hoy pueden decir esto de sí
mismos? Hoy en la sociedad gusta mucho eso de publicar los méritos de uno, sus
logros, sus victorias, etc. Dios hoy nos hace una pregunta ¿De qué sirve todo
esto? Para vanagloriarnos por unos momentos, por un tiempo, pero después, nos
haremos mayores, pasarán esos momentos gloriosos y nadie, o muy pocos, se
acordarán de nosotros. Sin embargo, Dios, siendo Dios, pasó por el mundo como
uno de tantos, actuó como un hombre más, dando ejemplo, de que la categoría de
uno hay que ponerla al servicio de los demás. Dios, en el servicio de la
Salvación del hombre, entregó a su Hijo en una cruz, como los ladrones,
maleantes, etc. Ahí es donde Dios entregó a su Hijo. Y lejos de ser una burla y
un escarnio, fue la mayor obra de servicio para la humanidad, pues de ahí
surgió la Salvación y la Vida Eterna.
¡Cuánto tenemos que
aprender de esta festividad! Ojalá nuestra vida sea un abajamiento de nuestra
vanidad, para dar gloria, honor y majestad al único que lo merece, Cristo,
nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Maximiliano García
Folgueiras
Hoy adoramos y bendecidos la Santa CRUZ.POR LA REDENCIÓN DEL MUNDO en ella murió Jesucristo para salvarnos y darnos todo su amor en la Cruz, por nuestra salvación.
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