domingo, 26 de marzo de 2017

Realmente éste era Hijo de Dios

“REALMENTE ÉSTE ERA HIJO DE DIOS”

¿Son tan buenas y tan perfectas nuestras acciones como para ensalzar nuestro ego? Sería bueno que reflexionáramos qué es lo que hace que en nuestro mundo, cada vez se vea más soberbia y egoísmo. En esta cuaresma se nos recuerda que “Dios, siendo Dios, se rebajó de su condición divina y se hizo hombre” y realmente esto debería servir para hacer nuestro examen de conciencia y pedir a Dios la gracia de la humildad. Dios nos promete amor y perdón y nos lo da en aquella escalofriante escena: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Para ello, en esta cuaresma sería bueno posicionarnos en aquel centurión, que después de la barbaridad de azotar y crucificar a Jesús y verle muerto, exclamó: “Realmente, éste era Hijo de Dios”. Esta debe ser nuestra conversión, volver nuestra mirada al crucificado, mirar en el crucificado nuestro pecado, reflexionar cuántas veces y de qué maneras hoy hemos seguido crucificando a nuestro Señor. Pero, volver nuestra mirada a él. Observar su mirada misericordiosa, su mirada llena de amor, y escucharle, casi sin aliento por nosotros, perdonarnos. Ojalá, al final de esta cuaresma, con la experiencia del perdón de Dios, que desea otorgarle en el sacramento de la penitencia, y llenos de su amor, podamos exclamar al Hijo de Dios, como nuestro verdadero Dios y Señor. No perdamos la oportunidad de volver nuestra mirada al Señor y dejarnos sorprender, una y otra vez, por él y así exclamar con todo nuestro ser: “gracias Señor por ese amor tan irracional que has derramado en nosotros para nuestro bien y nuestra salvación”


Maximiliano García Folgueiras

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