“REALMENTE
ÉSTE ERA HIJO DE DIOS”
¿Son tan buenas y tan
perfectas nuestras acciones como para ensalzar nuestro ego? Sería bueno que
reflexionáramos qué es lo que hace que en nuestro mundo, cada vez se vea más
soberbia y egoísmo. En esta cuaresma se nos recuerda que “Dios, siendo Dios, se
rebajó de su condición divina y se hizo hombre” y realmente esto debería servir
para hacer nuestro examen de conciencia y pedir a Dios la gracia de la
humildad. Dios nos promete amor y perdón y nos lo da en aquella escalofriante
escena: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Para ello, en esta
cuaresma sería bueno posicionarnos en aquel centurión, que después de la
barbaridad de azotar y crucificar a Jesús y verle muerto, exclamó: “Realmente,
éste era Hijo de Dios”. Esta debe ser nuestra conversión, volver nuestra mirada
al crucificado, mirar en el crucificado nuestro pecado, reflexionar cuántas
veces y de qué maneras hoy hemos seguido crucificando a nuestro Señor. Pero,
volver nuestra mirada a él. Observar su mirada misericordiosa, su mirada llena
de amor, y escucharle, casi sin aliento por nosotros, perdonarnos. Ojalá, al
final de esta cuaresma, con la experiencia del perdón de Dios, que desea
otorgarle en el sacramento de la penitencia, y llenos de su amor, podamos
exclamar al Hijo de Dios, como nuestro verdadero Dios y Señor. No perdamos la
oportunidad de volver nuestra mirada al Señor y dejarnos sorprender, una y otra
vez, por él y así exclamar con todo nuestro ser: “gracias Señor por ese amor
tan irracional que has derramado en nosotros para nuestro bien y nuestra
salvación”
Maximiliano García
Folgueiras
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