viernes, 2 de diciembre de 2016

Conversión

En esta segunda semana del adviento, reflexionamos sobre la conversión. Si la semana pasada examinábamos aquellas cosas que teníamos que vigilar porque nos alejaba de Dios, en ésta debemos preguntarnos ¿Qué voy a hacer con aquellas cosas que me alejan de Dios? ¿Me voy a quedar igual? ¿Voy a intentar cambiarlo para estar más cerca de Dios? En definitiva, se nos pide que convirtamos aquello que nos impide acercarnos a Dios.
            Esta conversión la hacemos desde la llamada que en esta semana nos hace Juan el Bautista, el precursor del Señor. Él nos dice que preparemos los caminos porque Jesús se acerca y llega. Debemos pensar cómo nos estamos preparando a esta llegada. Si realmente estamos allanando el camino, quitando aquello que estorba y mancha nuestra alma, o si, por el contrario, estamos impasibles, actuando como si nada fuese a suceder.
            En la conversión que se nos pide esta semana, se nos pide que, una vez examinadas las cosas que me alejan de Dios, ahora realice un acto de fe. Si como creyente Dios lo es todo para mí. Si como creyente quiero que Dios se acerque a mi vida y la transforme, entonces, yo debo hacer un acto de fe y un acto de voluntad. Tengo que salir de mi mismo, de mis comodidades, de mis aposentos, y salir al camino de mi vida, para ponerme a recolocar aquello que está desordenado. ¿Qué está desordenado en mi vida? Aquello que responda debo ponerlo a la luz del Señor, reconocerme que soy débil y pecador. Reconocer que soy frágil y caigo en continuas tentaciones. Que muchas veces miro a otros lugares en vez de hacía dónde viene el Señor. He de reconocer, que muchas veces prefiero hacer el camino de los demás, en vez del mío propio, porque pienso que es más fácil o llevadero. Pero Dios nos ha puesto a cada uno nuestro camino, el que más nos conviene, el mejor para nosotros. Y es ese camino el que debemos allanar, es el camino que nos pide Juan el Bautista que debemos aligerar de tantas cosas con que lo llenamos, que no dejamos lugar a que Dios se acerque a nuestra vida.
            ¿Cómo puedo preparar el camino y allanar el sendero? Una vez reconocido mi pecado, pidiendo perdón. Dios que se acerca a nosotros, está deseando que limpiemos nuestra vida de lo que nos separa de Él. Él viene a estar con nosotros. Él viene porque se ha fijado en nosotros, y quiere compartir en todo, nuestra condición humana, salvo en el pecado. Por eso Él quiere que nos abramos a su gracia, a su amor, a su misericordia. Dios nos está esperando para decirnos a cada uno “yo te absuelvo de todos tus pecados” y “te doy una nueva oportunidad, vete y no peques más”. Dios ya lo ha pensado todo para que nos preparemos a su llegada. Quiere que lo acojamos de la mejor de las maneras. Quiere que cuando Él se presente, estemos lo más preparados posibles, para que nos presentemos, como reza la liturgia “santos, entre los santos del cielo”. Que buena oportunidad ésta que nos da ahora el Señor, para que pidamos perdón y nos reconciliemos con Él. Limpiar nuestro corazón y recomenzar de nuevo nuestra vida creyente apostando firmemente por el Dios nuestro Salvador.

Maximiliano García Folgueiras

No hay comentarios:

Publicar un comentario