Esta tarde he estado jugando a las cartas con mi madre. Desde el principio iba ganando yo, como vulgarmente se dice "dando una paliza". Después de estar toda la partida ganando, cuando ya parecía que iba a ganar del todo, en la última partida, una jugada maestra de mi madre y he perdido. Ella ha sido la ganadora. Entonces yo me he preguntado: ¿De qué me ha servido ir ganando todo el juego? ¿Qué es más importante, ir ganando y perder o ganar al final?
¿cuántas veces en nuestra vida nos ha podido pasar esto? ¿cuántas veces parece que el éxito va con nosotros y todo termina en nada? San Pablo nos dice "todo lo estimo pérdida con tal de ganar a Cristo ". Lo importante es la meta final. A veces buscamos el éxito momentáneo pero ¿quejé pasa cuando ese éxito desaparece? Entonces podemos pensar que no vale de nada. Las metas marcan las ilusiones del principio. Nadie comienza nada pensando en no llegar a la meta. Esto es lo fundamental, pensar en llegar a la meta, mi madre aún perdiendo ha seguido jugando y a llegado a la meta victoriosa. y esto en un juego, pero, ¿y en la vida? La meta de la vida es la Salvación y la gloria. Es a esa a la que tenemos que tender. No importa si en el camino hay dificultades y parece que no llegamos, lo importante es alcanzar la meta esperada de Cristo Señor y Salvador de la humanidad. Es aquí donde entra el pensar como San Pablo, de nada sirve ir ganando el juego si luego nos perdemos la Gloria. Todo a lo que podemos aspirar no es ganar juegos, sino la partida, y ésta su premio es la Vida Eterna y Plena que nos promete Cristo.
¿Quieres ganar los juegos o la partida?
¿cuántas veces en nuestra vida nos ha podido pasar esto? ¿cuántas veces parece que el éxito va con nosotros y todo termina en nada? San Pablo nos dice "todo lo estimo pérdida con tal de ganar a Cristo ". Lo importante es la meta final. A veces buscamos el éxito momentáneo pero ¿quejé pasa cuando ese éxito desaparece? Entonces podemos pensar que no vale de nada. Las metas marcan las ilusiones del principio. Nadie comienza nada pensando en no llegar a la meta. Esto es lo fundamental, pensar en llegar a la meta, mi madre aún perdiendo ha seguido jugando y a llegado a la meta victoriosa. y esto en un juego, pero, ¿y en la vida? La meta de la vida es la Salvación y la gloria. Es a esa a la que tenemos que tender. No importa si en el camino hay dificultades y parece que no llegamos, lo importante es alcanzar la meta esperada de Cristo Señor y Salvador de la humanidad. Es aquí donde entra el pensar como San Pablo, de nada sirve ir ganando el juego si luego nos perdemos la Gloria. Todo a lo que podemos aspirar no es ganar juegos, sino la partida, y ésta su premio es la Vida Eterna y Plena que nos promete Cristo.
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