miércoles, 18 de marzo de 2015

La felicidad

LA FELICIDAD
A pesar de los defectos, de las ansiedades, de las irritaciones, de los problemas, nuestra vida es lo más importante que tenemos. Depende de nosotros el cuidar nuestra vida. No podemos pretender que sean otros los que la cuiden. Una de las mejores ideas para cuidarnos es darnos cuenta de las personas que, por las circunstancias que sean, nos necesitan, nos admiran y nos quieren. Algo fundamental es que nos fijemos en esas circunstancias y las potenciemos en nuestra vida, este es uno de los grandes medios para ser feliz.
La felicidad no es algo que nos exima de las tempestades, de los accidentes, de los cansancios, de las decepciones. En toda vida esto, lo más probable, es que se dé. No por ello significa que no se pueda ser feliz, pues estaríamos diciendo que en la vida no se podría ser feliz. Con lo cual, estaríamos afirmando que la vida es algo que el mismo ser humano no podría aguantar. Con esto, caeríamos en una enorme contradicción, pues estaríamos diciendo: “la vida es lo más importante que tenemos, pero el ser humano no lo puede aguantar”.
Es claro que la vida es lo más importante que tenemos, pues sin ella no habría nada. De ahí que hay que descubrir cómo la vida está llamada a ser feliz, a pesar de todas las vicisitudes que nos puedan venir. La felicidad siempre es posible, pero para ello hay una difícil tarea, que no imposible, la de encontrar fuerzas, esperanza, seguridad y amor en cada momento, aunque estos sean difíciles y duros.
La felicidad nos llama a aprender de cada momento. De todos los momentos buenos y plácidos, saber valorarlos, conmemorarlos y alegrarnos con ellos. Pero cuando los momentos están llenos de tristeza y de fracaso hay que saber reflexionar y aprender las lecciones. Sólo se esta manera iremos madurando como personas y creciendo en sabiduría sobre nuestra propia vida. Así llegaremos a poder responder la pregunta de ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿De qué soy capaz? ¿Hasta dónde puedo llegar? Y vivir en plenitud la vida. A esto nos invita Jesús de Nazaret cuando nos dice “he venido a que tengáis vida y vida en plenitud”. Para todos, es evidente, que esta llamada nos motiva, seamos creyentes o no. Pues entonces, ¿Por qué no hacemos lo posible para vivir así? ¿Por qué no ayudamos a los demás a vivir de esta manera? Seguramente todos seríamos mucho más felices en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones y períodos de crisis. La vida, como he repetido varias veces, es lo más importante que tenemos. Nada ni nadie puede hacer que menospreciemos su valor. Cualquier situación, por dura que ésta sea, no puede desmotivarnos de la posibilidad de seguir viviendo la vida. Vale la pena vivir, porque cada día se nos da una nueva posibilidad para descubrir la belleza de lo que nos rodea. Cada día se nos da la oportunidad de disfrutar con nuestro entorno físico y humano. Cada día se nos ofrece el poder afrontar cada momento y cada situación con la esperanza de que todo va a salir bien.
La felicidad es salir de nuestro yo. La felicidad es salir de nuestros victimismos. La felicidad es salir de nuestros pesimismos y afrontar la vida como un reto que se nos ofrece cada día para ser yo mismo en medio de los avatares de la vida y apostar por ser agradecido y no estar en la queja de cada cosa.
La felicidad es apostar por la valentía hacía el miedo, que nos paraliza y nos impide ser libres. Es tener valentía para saber aceptarme tal y como soy, con mis virtudes y con mis defectos y tener la seguridad de recibir una crítica o una corrección y saber acogerla. Saber que nos podemos equivocar y no por eso ya se termina todo. Saber que estamos necesitados de los demás. Saber que con nuestras solas fuerzas no lo podemos todo, pero esto no significa que ya anulemos nuestra valía. A pesar de nuestras limitaciones y equívocos, tenemos la capacidad para comenzar de nuevo, de la manera correcta, rectificando errores del pasado.
La felicidad también implica altruismo. Implica llevar amor, confianza, cercanía a las personas de nuestro alrededor.

Felicidad no es sinónimo de perfección, sino de saber aprovechar cada momento de nuestra vida y vivirlo con plenitud, aprovechando cada momento al máximo, no dejando que nada ni nadie se interponga a nuestra vida y a nuestro destino: LA FELICIDAD.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bonito! Cuánta razón tienes... quién mejor que nosotros mismos para valorar nuestra vida y hacer que sea lo más feliz posible. La felicidad depende de uno mismo, porque por muchas piedras que encontremos en el camino, ser feliz es una actitud. Hay muchísimas cosas de las que podemos disfrutar, en sí, la vida misma ya es un motivo de felicidad, y el saber que en nuestras dificultades Él siempre nos acompaña. Si no encuentras la felicidad... quizá es que no estés haciendo lo suficiente para buscarla. La felicidad es sinónimo de amor, amor por uno mismo y también amor por los demás. Si nos amáramos más los unos a los otros es vez de estar tan centrados en nosotros mismos, creo que seríamos bastante más felices.

    ResponderEliminar
  2. La felicidad es lo más hermoso
    en nuestra vida y es hacer felices a los demás, ese es everdadero amor.

    ResponderEliminar