LA
FELICIDAD
A pesar de los defectos,
de las ansiedades, de las irritaciones, de los problemas, nuestra vida es lo
más importante que tenemos. Depende de nosotros el cuidar nuestra vida. No
podemos pretender que sean otros los que la cuiden. Una de las mejores ideas
para cuidarnos es darnos cuenta de las personas que, por las circunstancias que
sean, nos necesitan, nos admiran y nos quieren. Algo fundamental es que nos
fijemos en esas circunstancias y las potenciemos en nuestra vida, este es uno
de los grandes medios para ser feliz.
La felicidad no es algo
que nos exima de las tempestades, de los accidentes, de los cansancios, de las
decepciones. En toda vida esto, lo más probable, es que se dé. No por ello
significa que no se pueda ser feliz, pues estaríamos diciendo que en la vida no
se podría ser feliz. Con lo cual, estaríamos afirmando que la vida es algo que
el mismo ser humano no podría aguantar. Con esto, caeríamos en una enorme
contradicción, pues estaríamos diciendo: “la vida es lo más importante que
tenemos, pero el ser humano no lo puede aguantar”.
Es claro que la vida es
lo más importante que tenemos, pues sin ella no habría nada. De ahí que hay que
descubrir cómo la vida está llamada a ser feliz, a pesar de todas las
vicisitudes que nos puedan venir. La felicidad siempre es posible, pero para
ello hay una difícil tarea, que no imposible, la de encontrar fuerzas,
esperanza, seguridad y amor en cada momento, aunque estos sean difíciles y
duros.
La felicidad nos llama a
aprender de cada momento. De todos los momentos buenos y plácidos, saber
valorarlos, conmemorarlos y alegrarnos con ellos. Pero cuando los momentos
están llenos de tristeza y de fracaso hay que saber reflexionar y aprender las
lecciones. Sólo se esta manera iremos madurando como personas y creciendo en
sabiduría sobre nuestra propia vida. Así llegaremos a poder responder la
pregunta de ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿De qué soy capaz? ¿Hasta dónde puedo
llegar? Y vivir en plenitud la vida. A esto nos invita Jesús de Nazaret cuando
nos dice “he venido a que tengáis vida y
vida en plenitud”. Para todos, es evidente, que esta llamada nos motiva,
seamos creyentes o no. Pues entonces, ¿Por qué no hacemos lo posible para vivir
así? ¿Por qué no ayudamos a los demás a vivir de esta manera? Seguramente todos
seríamos mucho más felices en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Ser
feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos,
incomprensiones y períodos de crisis. La vida, como he
repetido varias veces, es lo más importante que tenemos. Nada ni nadie puede
hacer que menospreciemos su valor. Cualquier situación, por dura que ésta sea,
no puede desmotivarnos de la posibilidad de seguir viviendo la vida. Vale la
pena vivir, porque cada día se nos da una nueva posibilidad para descubrir la
belleza de lo que nos rodea. Cada día se nos da la oportunidad de disfrutar con
nuestro entorno físico y humano. Cada día se nos ofrece el poder afrontar cada
momento y cada situación con la esperanza de que todo va a salir bien.
La felicidad es salir de
nuestro yo. La felicidad es salir de nuestros victimismos. La felicidad es
salir de nuestros pesimismos y afrontar la vida como un reto que se nos ofrece
cada día para ser yo mismo en medio de los avatares de la vida y apostar por
ser agradecido y no estar en la queja de cada cosa.
La felicidad es apostar
por la valentía hacía el miedo, que nos paraliza y nos impide ser libres. Es tener
valentía para saber aceptarme tal y como soy, con mis virtudes y con mis
defectos y tener la seguridad de recibir una crítica o una corrección y saber acogerla.
Saber que nos podemos equivocar y no por eso ya se termina todo. Saber que
estamos necesitados de los demás. Saber que con nuestras solas fuerzas no lo
podemos todo, pero esto no significa que ya anulemos nuestra valía. A pesar de
nuestras limitaciones y equívocos, tenemos la capacidad para comenzar de nuevo,
de la manera correcta, rectificando errores del pasado.
La felicidad también
implica altruismo. Implica llevar amor, confianza, cercanía a las personas de
nuestro alrededor.
Felicidad no es sinónimo
de perfección, sino de saber aprovechar cada momento de nuestra vida y vivirlo
con plenitud, aprovechando cada momento al máximo, no dejando que nada ni nadie
se interponga a nuestra vida y a nuestro destino: LA FELICIDAD.
¡Qué bonito! Cuánta razón tienes... quién mejor que nosotros mismos para valorar nuestra vida y hacer que sea lo más feliz posible. La felicidad depende de uno mismo, porque por muchas piedras que encontremos en el camino, ser feliz es una actitud. Hay muchísimas cosas de las que podemos disfrutar, en sí, la vida misma ya es un motivo de felicidad, y el saber que en nuestras dificultades Él siempre nos acompaña. Si no encuentras la felicidad... quizá es que no estés haciendo lo suficiente para buscarla. La felicidad es sinónimo de amor, amor por uno mismo y también amor por los demás. Si nos amáramos más los unos a los otros es vez de estar tan centrados en nosotros mismos, creo que seríamos bastante más felices.
ResponderEliminarLa felicidad es lo más hermoso
ResponderEliminaren nuestra vida y es hacer felices a los demás, ese es everdadero amor.