EL CAMINO DE SANTIAGO:
Una experiencia siempre nueva
En este año he hecho una vez más el Camino de Santiago. Una
experiencia que se repite, pero que siempre es nueva. He aquí una primera
lección, buscar la novedad de las cosas. No vivir en la rutina del día a día. Saber
que cada camino es nuevo y descubrir como cada día, a pesar de los cansancios,
hay nuevas fuerzas para proseguir el camino. No podemos dejarnos llevar por la
desidia o el cansancio. No importa si un día llegamos los primeros o los
últimos, con tiempo de retraso, lo importante es llegar al final, llegar a la
meta, sobreponiéndonos a las adversidades que aparezcan, como los cansancios,
torceduras, ampollas, etc. ¿Cuáles son las adversidades que tenemos en la vida?
Sean cuales sean, tengamos claro que cada día es nuevo, que cada día se nos da
la oportunidad para volver a caminar, con el propósito de llegar al final,
aunque en el mismo día vuelvan a aparecer las dificultades.
Al final de cada etapa, impresiona ver cómo vuelve el
ánimo, porque el pasarlo mal en la jornada, no significa que no hayamos podido
avanzar hasta el final. Esto nos vuelve a animar, ilusionar y esperanzar porque
cada día el final está más cerca. Esta es la actitud positiva con la que
debemos afrontar la vida, sin dar lugar al desánimo, al desaliento, a la
desesperanza.
Cada mañana, un nuevo prepararse para la marcha. De nuevo
botas, calcetines, cremas, etc. Nuevos miedos y temores por lo que nos podemos
encontrar en el camino, con más ampollas y dolores de pies. Pero nada de esto
puede con la ilusión de poder acabar una nueva etapa. Con la ilusión de poder
caminar los primeros afrontando la jornada con ganas e ilusión. En la vida,
cada día nos despierta esas ilusiones que pueden parecer acabadas o dormidas,
pero que están ahí y hay que descubrirlas y sacarlas a flote, porque no nos
podemos olvidar que no hay camino si no se camina, si no nos ponemos en marcha,
si no comenzamos una nueva jornada llena de retos que afrontar.
Cuando uno llega a Santiago, todos los cansancios,
fatigas, ampollas, etc, pasan a un segundo plano. Ya no es eso a lo que dábamos
tanta importancia durante el camino. Ya no importan. Hemos llegado a la meta y
eso es lo que importa. Hemos sido capaces de llegar hasta el final. Esto nos da
una última lección, no nos detengamos en el camino por las dificultades. Continuemos
el camino de la vida, hasta llegar al final, donde se verá el sentido a cada
sufrimiento, a cada ampolla, a cada rozadura y nos vendrá la paz y la alegría
de saber que somos capaces de alcanzar la meta.
Maximiliano García
Folgueiras
Qué bonito! Cuánta razón, cada etapa del camino puede ser como una etapa de la vida, las habrá mejores y peores, pero de cada una de ellas puedes sacar algo positivo. Y sobre todo, saber que cada día hay una nueva oportunidad para ser felices, quizá después de una difícil etapa, nos espere otra maravillosa con preciosos paisajes... y donde alcancemos a ver la meta de nuestros sueños. Al menos, debemos tener esa ilusión... de recorrer lo que nos quede de camino, porque como has dicho: "no nos podemos olvidar que no hay camino si no se camina, si no nos ponemos en marcha, si no comenzamos una nueva jornada llena de retos que afrontar" y yo añado, y de momentos preciosos por vivir. Siempre hay que ir hacia adelante, disfrutando de cada etapa en la vida, pero sin perder la convicción de que lo mejor está por llegar...
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