jueves, 16 de febrero de 2023

Mi vida está afinada cuando...

 Mi vida está afinada cuando admiro.

Admirar a Dios, autor y creador de cuanto existe, es muy fácil. Basta abrir los ojos y contemplar su obra. Y es lo que le ocurre a la gente sencilla, ven lo evidente sin dificultad. Pero si uno se repite a sí mismo a toda hora, ¿quién como yo?, ya no es tan fácil. Y es lo que les ocurre a los que se imaginan que están siempre en lo más alto. Admirar es una acción muy cotidiana. Es una actitud sencilla que se oculta a los ojos de los demás porque acontece dentro de nosotros. Hay quienes dicen que es la cualidad de los santos que gustaban las cosas, como lo hacía María la madre de Jesús, y la guardaban en su corazón. De hecho, la «sabiduría» que tiene su raíz en el verbo «sabor» hace referencia al que saborea las cosas en su interior. Quienes admiran y saborean, gustan, de los acontecimientos de su vida internamente pueden traspasar el límite del conocimiento lineal para unirse místicamente con Dios. 

¿De qué depende la admiración? De la capacidad para mirar los acontecimientos de nuestra vida con disposición interior para agradecer y aprender. Es una receptividad activa que permite comprender de qué manera los hechos, acontecimientos, y situaciones que acontecen en nuestro alrededor resuenen dentro de nosotros. La admiración hace posible que la vida cotidiana resuene en nuestro interior con nueva luz, nos haga comprender cómo impacta en nosotros lo que ocurre a nuestro alrededor y de qué manera nos moviliza.

Mi vida está afinada cuando cultivo el silencio.

El silencio no es ausencia de ruido. Cuando vamos al campo, o a cualquier lugar de la naturaleza alejado de casas o carreteras, suele haber una sensación de paz y de silencio, pero en verdad no hay silencio puesto que hay otros sonidos como pájaros, viento, hojas que se mueven, el mar o un río, etc. La experiencia de silencio está más asociada a armonía que a ausencia de sonido. Cuando hay armonía, la sensación que tienes es de silencio.

En el interior de la persona pasa lo mismo. Cuando alguien consigue que no haya ruidos, disfruta de una armonía interior, en esa armonía se va cultivando el silencio. El silencio tampoco es la mente en blanco, vacío. Hay un silencio armonioso.

El Papa Francisco invita a cultivar el silencio y dice que el silencio "asusta un poco" porque pide que las personas entren dentro de sí mismos y encuentren la parte más verdadera. "Son muchas las personas que tienen miedo del silencio, por lo que deben estar todo el tiempo hablando o escuchando la radio o la televisión, pero no pueden escuchar el silencio".

Mi vida está afinada cuando soy solidario.

La solidaridad procura mejorar la calidad de vida: dar algo sin esperar nada a cambio, brindando satisfacción a los necesitados para que se sientan parte de la sociedad. Es la base de muchos valores humanos: representando la amistad, la familia, el amor, la lealtad, etc. Servir a otros: ayudar a los menos privilegiados.

Una persona solidaria es aquella que brinda un apoyo a otra solo por empatía, al reconocer que el otro tiene una necesidad que en esos momentos no puede cubrir. La solidaridad se da manera voluntaria, y el único beneficio que podría conseguir quien la lleva a cabo es una satisfacción personal.

Mi vida está afinada cuando regalo tiempo, sonrisas alegría, etc.

Sonreír es muy importante. Alivia tensiones, mejora el ánimo, nos acerca a los demás. Sin duda, el valor de la sonrisa está en auge hoy en día.

Desde pequeños se nos enseña que la madurez tiene que ver con la seriedad y la responsabilidad. Así, cuando crecemos, creemos que somos maduros porque nos volvemos más serios, somos más realistas y nos olvidamos de soñar. Y poco a poco, acabamos aprendiendo a reprimir cualquier atisbo de sonrisa si esta no está “justificada”. Sin embargo, la sonrisa nos da vida, alivia tensiones y es contagiosa. ¿Por qué no hacerlo más a menudo?

Cuando le sonreímos a otra persona, le estamos diciendo muchas cosas, entre ellas que nos gusta que comparta el espacio con nosotros. 

Lo más importante que tiene la sonrisa cuando va dirigida a otra persona es la transmisión de una sensación de compañía. Algo tan simple como sonreír puede hacer que la otra persona sienta que no está sola en el mundo, o que alguien le muestra aprecio. Pero, además, nosotros, al recibir una sonrisa de vuelta, sentimos que tampoco estamos solos, y que hay personas que nos valoran y nos aprecian.

Regalar sonrisas es algo efectivo que podemos hacer para desconectar de la rutina. Nos saca la negatividad de los problemas y nos cambia el punto de vista para enfrentarnos al día a día. Es como si cambiaras los polos de negativo a positivo, y no requiere de ningún esfuerzo.

Además de la sonrisa, como dice Rick Warren, El tiempo es el regalo más preciado porque sólo tienes una cantidad limitada de él. Puedes hacer más dinero, pero no puedes conseguir más tiempo. Cuando le regalas a alguien tu tiempo, le estás dando una parte de tu vida que nunca recuperarás. Tu tiempo es tu vida. Por eso el mayor regalo que puedes dar a alguien es tu tiempo. Las relaciones requieren tiempo y esfuerzo, y la mejor manera de deletrear amor es “T-I-E-M-P-O.

¿Qué más se puede regalar? Cuando demostramos afecto por alguien, cuando celebramos alguna noticia, cuando compartimos alguna experiencia, estamos regalando alegría.

Mi vida está afinada cuando alabo a Dios.

La alabanza a Dios es algo que se ofrece en reconocimiento de la grandeza de Dios. Se podría pensar que alabar es lo mismo que decir “gracias”, pero existe una diferencia. El agradecimiento describe nuestra actitud hacia lo que Dios ha hecho, mientras que la alabanza es ofrecida por quien es Dios. La alabanza orienta hacia un reconocimiento de la gloria de Dios por su intervención en medio de la humanidad, que lleva a elogiarle y a aclamarle de forma permanente con júbilo y alegría.

La alabanza hacia Dios es expresada a través de acciones diarias y pensamientos. De tal manera que la alabanza abarque tanto el interior de la persona como las obras exteriores, creando una armonía en la persona.

Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Salmos 103:1-2 (NTV) 

La alabanza tiene que ver con guiar todo el ser para que se centre en el favor de Dios; al alabar de corazón se posibilita tener un encuentro con el Señor. La alabanza, lleva a vivir la vida de Jesús en la realidad cotidiana. Nadie puede amar a Jesús sin amar también a los otros que Jesús ama. La alabanza, debe realizarse no sólo con los labios y el corazón, sino también con las obras. Es lo que hizo Jesús (Jn. 17,4). 

Mi vida está afinada cuando cumplo mis compromisos.

Una de las manifestaciones de integridad personal es cumplir con los compromisos que uno ha adquirido. Ya sea en el ámbito profesional, en el familiar o en cualquier otro ámbito. Cuando una persona cumple con la palabra dada, esta persona es de fiar. Es una persona íntegra. Uno puede estar tranquilo de que lo que se ha acordado se va a llevar a la práctica. Cumplir con los compromisos que hemos asumidos cuando estos compromisos son agradables es muy fácil. Cumplirlos cundo nos resultan engorrosos, pero las consecuencias de no cumplirlos son todavía más dolorosas, también lo hace cualquiera. Pero cumplir con los compromisos adquiridos, cuando estos se muestran arduos, y está en nuestra mano no cumplirlos, sin que salgamos perjudicados, esto sí que es síntoma de categoría humana, de respeto por las personas y de integridad moral.

Las promesas son muy bonitas, pero sin los hechos nada va a cambiar, y el compromiso es precisamente lo que nos permite transformar una promesa en realidad. Por eso una persona proactiva, acostumbrada a cumplir su palabra, consigue más fácilmente lo que se propone.

Mi vida está afinada cuando cumplo la misión de Dios.

Saber con claridad para qué fuimos creados por Dios, no es tarea fácil. Y cuando hacemos esta pregunta muchos contestan que no lo saben, pero cuando lo sepan y coloquen sus fuerzas en cumplir esa misión serán verdaderamente felices. Otros creen que la misión que tenemos cada uno es aquella que nosotros mismos nos damos. Otros, lo tienen claro, ya sea por las circunstancias de la vida o porque han escuchado la voz del Señor mediante sus maravillosas señales. Y sólo algunos de los que tienen clara su misión, hacen la voluntad del Padre.

En lo que sí podemos converger, es que todos tenemos una misión específica en este mundo, que es dada por Dios desde antes de nacer y con la cual llegaremos a la plenitud. El Señor nos eligió desde antes de ser creados y lo hizo para que vivamos de acuerdo a su voluntad.

Los cristianos, tenemos una misión que nos ha sido encomendada a nivel general: dar testimonio del Señor de palabra y en obras, y practicar las obras de misericordia corporales y espirituales. Pero, aparte de esta misión general, también existen tareas específicas, que han sido “diseñadas” particularmente para nuestra persona. Entonces, ¿cómo podremos descubrir ésta nuestra misión específica? Debemos observar atentamente en qué circunstancias de vida Dios nos ha puesto, y cuáles son las tareas que conlleva esta realidad en que vivimos. Lo importante es comprender que tenemos el honor de ser enviados por Dios para cumplir una misión en este mundo. Si somos conscientes de ello, no nos enredaremos en los asuntos mundanos y podremos levantar a toda hora nuestra mirada a Dios, para examinar si estamos siguiendo Sus huellas. 

Maximiliano García

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