jueves, 23 de febrero de 2023

La cultura del descarte

 

La cultura del descarte

 

Cuando se habla de “cultura del descarte” se está hablando de la tendencia que tiene la sociedad en desechar cosas viejas, innecesarias, e incluso personas con otros tipos de recursos más precarios o sin estos recursos. Esto, es lógico pensar, que puede tener una repercusión dentro de la civilización. Una repercusión que será negativa tanto para el medio ambiente, pues se generan cantidades de residuos difíciles de gestionar y que terminan contaminando el medio ambiente, y, a su vez, crea una separación entre las personas, a veces difícil de volver a juntar. Ya que esta cultura lo que promueve es un consumismo excesivo en el que se diferencian más las llamadas clases sociales. De hecho, un dato observable hoy en la sociedad es cómo se está valorando el consumo y la acumulación de bienes, muchas veces sin importar lo que puedan o no tener otras personas, por más cercanas o separadas que estén de uno.

Las raíces de este comportamiento surgieron en la época de la Revolución Industrial. En esta época, debido a que las fábricas y las máquinas se convirtieron en el centro de la producción, se llegó a una mayor eficiencia y a un aumento en la producción. Sin embargo, esto originó un declive en las condiciones laborales del ser humano. Los trabajadores ya no eran tan necesarios como antes, y muchos fueron despedidos o reemplazados por máquinas. Además, las condiciones de trabajo eran a menudo peligrosas e insalubres, y los trabajadores no tenían derechos laborales ni protección contra el despido.

De esta forma en la Revolución Industrial se llegó a desechar a trabajadores que ya no eran considerados útiles o productivos y se dio el reemplazo de trabajadores manuales con maquinaria, el despido de trabajadores mayores o enfermos, o la explotación de trabajadores migrantes o inmigrantes que aceptaban trabajar por salarios bajos y condiciones de trabajo precarias. Lo que llevó a una mayor eficiencia en la producción, pero también a una mayor desigualdad social y a condiciones laborales precarias para los trabajadores. Además, dicho acontecimiento inauguró el opacamiento de la industria artesanal en Europa, y promovió la acumulación de capital, el despojo de las tierras de los campesinos y el saqueo de innumerables riquezas de América Latina.

En relación a todo lo expuesto, el economista escocés Adam Smith, considerado como el padre de la economía política, en su obra principal "La riqueza de las naciones" (1776) presenta su teoría sobre el motor de la economía. sostiene que el motor de la economía es el interés propio o el deseo de ganar dinero de los individuos. Según Smith, cuando las personas buscan maximizar su propio beneficio económico, están impulsando el crecimiento económico de manera natural. Según él, al tratar de aumentar su propia riqueza, los individuos están comprando y vendiendo bienes y servicios, lo que a su vez impulsa el crecimiento económico. De esta manera, percibía que el egoísmo de los capitalistas podría ser el motor de la economía. Smith también argumenta que el libre mercado es el mejor sistema para alcanzar el crecimiento económico, ya que permite a los individuos actuar libremente para buscar su propio beneficio económico. Smith cree que, si el gobierno interviene en la economía, puede distorsionar los precios y obstaculizar el funcionamiento natural del mercado, lo que finalmente perjudicaría el crecimiento económico. Es decir, según Adam Smith el motor de la economía es el interés propio de los individuos, que al buscar maximizar su propio beneficio económico impulsan el crecimiento económico y el libre mercado es el mejor sistema para alcanzarlo.

Todo el consumo, la acumulación de bienes, el desecho de lo que resulta innecesario, lo que ha provocado es una diferenciación social que ha llevado al descarte de las personas. En muchas ocasiones se observa cómo hay grupos o personas excluidas simplemente por su edad, su apariencia, su origen o su condición social. Este descarte personal tiene un impacto negativo tanto en el bienestar como en la autoestima de las personas, creando, de esta manera, una sociedad cada vez más desigual y fragmentada.

Ya el papa Francisco habla de “una cultura de exclusión a todo aquel y aquello que no esté capacitado para producir según los términos que el liberalismo económico exagerado ha instaurado”. El liberalismo económico exagerado es una corriente de pensamiento económico que defiende una economía de mercado libre y una reducción significativa del papel del gobierno en la regulación de la economía. Los partidarios de esta corriente creen que la economía de mercado se auto-regula y que los individuos y las empresas son los mejores jueces para tomar decisiones económicas. Esta corriente se opone a cualquier tipo de intervención gubernamental en la economía, incluyendo la regulación, los impuestos y el gasto público. El Papa Francisco ha expresado su preocupación por el impacto de esta corriente de pensamiento en las personas más vulnerables. En su encíclica "Evangelii Gaudium" (La Alegría del Evangelio), el Papa Francisco ha criticado el liberalismo económico exagerado y ha llamado a una economía más justa y solidaria. El Papa afirma que algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. de esta manera el catedrático de filosofía del derecho y católico Francisco José Contreras en su libro “liberalismo, catolicismo y ley natural” enuncia que la libertad económica si va a acompañada de un Estado de Derecho serio, proporcionaría prosperidad para la sociedad.

En varias ocasiones, el Papa Francisco ha señalado que el capitalismo salvaje y la desigualdad económica son contrarios a los valores cristianos y ha llamado a un cambio hacia un sistema económico más justo y solidario. El Papa Francisco ha argumentado que el capitalismo exagerado no tiene en cuenta las necesidades de las personas más pobres y marginadas y ha llamado a una economía más humana y centrada en el ser humano. Lo que el Papa entiende como que en la actualidad el valor es sinónimo de producción y consumo, y la vida humana y el medio ambiente ya no son valores primarios sino instrumentos para alcanzar una mayor economía en un mundo globalizado. Según esta idea, todo lo que no sirva para aumentar el consumo y la adquisición de bienes se convierte en algo descartable para la sociedad. Todo esto puede ocasionar una postura radical propia de regímenes totalitarios, De ahí la creciente ideología acerca de los ancianos, los no nacidos, los desempleados, los indígenas, los pobres, los discapacitados, etc. Este liberalismo y cultura de exclusión y descarte, como se observa, pone por encima el interés capital sobre la dignidad de la persona.

Ante esto, el papa Francisco en una homilía del 1 de junio de 2015 afirmaba: “Dios construye sobre la debilidad... Él no descarta a ninguna persona porque no conoce la cultura del descarte. Él busca y ama a todos porque en Él todo es amor y misericordia… Cuando leemos la historia de amor entre Dios y su pueblo, pareciera ser una historia de fracasos, pues hasta su Hijo Jesús, fue descartado, juzgado, no escuchado, condenado y asesinado. ¡Pero no!, esta historia termina con el gran amor de Dios, que de lo desechado saca la salvación. De su Hijo descartado, nos salva a todos». «La piedra que desecharon los arquitectos se ha convertido en piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho y ha sido un milagro patente». Una piedra descartada que se convierte en el fundamento. Porque Dios, del descarte saca la salvación…”. Donde pone el acento en el amor y la misericordia ante los más débiles y frágiles de la sociedad. Invita a poner una mirada especial ante el dolor y el sufrimiento, invita a fijarse en el rostro doliente de Jesucristo que se manifiesta en el prójimo, pues él mismo fue descartado, juzgado, no escuchado, condenado y asesinado, como dice el Papa. Con esto promueve el diálogo y el encuentro entre personas de diferentes culturas, religiones, etnias donde premien el respeto y la comprensión y se valore ante todo la dignidad propia de cada individuo. De esta manera, afirma el papa Francisco, se alcanzarían también los objetivos del desarrollo sostenible. Con esta idea, no sería descabellado pensar que, si la humanidad siguiera esta cultura promovida por el Santo Padre, se llegará a alcanzar la Paz y los objetivos del desarrollo sostenible defendidos por Naciones Unidas.

Desde luego lo que es más posible es, sin duda, el acercamiento interreligioso. Éste se refiere a la búsqueda de comprensión y diálogo entre personas de diferentes religiones y creencias. Con ello, se propicia una actitud abierta y respetuosa hacia la diversidad religiosa y cultural. El acercamiento interreligioso puede involucrar el estudio de las creencias y prácticas de diferentes religiones, la participación en eventos interreligiosos y la colaboración en proyectos humanitarios y de servicio comunitario. El objetivo final del acercamiento interreligioso es promover el entendimiento mutuo y la convivencia pacífica entre personas de diferentes creencias y culturas, y contribuir a la construcción de una sociedad más justa y compasiva. De esta manera se entiende que, este acontecimiento ayudaría a prevenir muchos de los conflictos que se están dando en la actualidad, especialmente en aquellos lugares donde conviven diferentes religiones, algo cada vez más habitual debido a la globalización. Precisamente por esta globalización, es importante señalar que en el diálogo interreligioso no se tiene que renunciar a las creencias y a los principios, sino que hay que entenderlos como una oportunidad para comprender y aprender mejor a otros que tienen creencias diferentes. Este diálogo interreligioso no hay que entenderlo como una globalización religiosa sino como un principio que promueve la armonía y la paz en un mundo cada vez más interconectado y diverso.

Maximiliano García Folgueiras

martes, 21 de febrero de 2023

Influencia de la cultura moderna en la secularización de la Iglesia

 

Influencia de la cultura moderna en la secularización de la Iglesia

Secularización en la cultura moderna.

La secularización de la Iglesia ha sido uno de los efectos más significativos de la cultura moderna. Ésta se refiere al proceso de desacralización de la sociedad, en el cual la religión deja de tener un papel central en la vida de la gente. La cultura moderna ha contribuido a la secularización de la Iglesia de varias maneras. Por un lado, el desarrollo científico y tecnológico ha permitido que la gente tenga una comprensión más profunda de la naturaleza de la realidad, lo que ha dado lugar a una mayor desconfianza hacia las enseñanzas religiosas. Además, la creciente influencia de la filosofía moderna y la ciencia ha desplazado a la religión como la fuente primaria de conocimiento. La cultura moderna también ha contribuido a esta laicización a través del creciente individualismo. Esta tendencia ha llevado a la gente a centrarse cada vez más en sus propias necesidades e intereses, en lugar de en la comunidad religiosa, lo que ha dado lugar a una disminución en la participación en actividades religiosas y una reducción del interés en la religión. Finalmente, la cultura moderna ha contribuido a la secularización de la Iglesia mediante la expansión de las libertades civiles y los derechos individuales, que ha permitido a las personas practicar su religión con libertad y sin interferencias del Estado, lo que ha contribuido a la disminución de la influencia de la Iglesia en la sociedad. En última instancia, esto ha llevado a una disminución de la relevancia de la religión.

Los enfoques científicos y racionales han contribuido a cuestionar y desafiar la autoridad y la relevancia de la religión en nuestras vidas. La ciencia y la razón han proporcionado una forma de entender el mundo que no depende de la revelación divina o de la autoridad de la Iglesia, sino que han dado explicaciones naturales para fenómenos que anteriormente eran atribuidos a la intervención divina, lo que ha llevado a una disminución de la influencia de la religión en la sociedad. Además, la tendencia a valorar la evidencia empírica y a cuestionar las creencias y prácticas tradicionales ha llevado a una mayor diversidad de puntos de vista y a una mayor libertad individual en cuestiones relacionadas con la fe y la religión. Todo ello ha facilitado en gran medida que se haya dado en la modernidad la profanidad eclesial.

Entendimiento entre la ciencia y la razón.

Con todo esto, cabe la pregunta de si la ciencia y la razón se podrían entender como una nueva religión surgida en la modernidad. Algo que desde la más pura perspectiva lógica no necesariamente debería ser así, ya que los métodos en los que se basan para entender y explicar el mundo son la observación y la experimentación a través del razonamiento lógico-matemático. Sin embargo, de muy diferente manera, la religión se basa en las creencias y prácticas relacionadas con lo divino y lo Sagrado. Ambas, ciencia y religión, dan, por tanto, su explicación a cómo entienden el mundo, pero la diferencia de una y otras está en la autoridad competente, en los métodos, dogmas y creencias que ambas posturas emplean.

Lo que parece que queda claro, por tanto, es que la razón y la fe se complementan en el conocimiento y explicación de la realidad. Esta complementariedad se da de diversas maneras. En primer lugar, la razón puede ayudar a profundizar y entender mejor la fe religiosa, al proporcionar un marco lógico y racional para interpretar y comprender las creencias y prácticas religiosas. En segundo lugar, la fe religiosa puede proporcionar una guía moral y espiritual que puede enriquecer y orientar la razón. Por ejemplo, las enseñanzas religiosas sobre el amor, la compasión y la justicia pueden inspirar a las personas a utilizar su razón para trabajar por un mundo más justo y pacífico. Además, la fe religiosa puede proporcionar un sentido de propósito y significado en la vida que puede complementar y enriquecer el conocimiento obtenido a través de la razón.

Cabe preguntarse si se puede salvar o no el problema de la secularización en la cultura moderna si se pudiese complementar fe y razón. Es evidente que si fuese posible sería una gran noticia para el mundo religioso, pero por desgracia no es fácil afirmar tal cosa. La secularización es un proceso complejo que aborda diferentes causas que no sólo tienen que ver con la integración de la fe y la razón. Aunque es evidente que se refiere a la pérdida de influencia y relevancia de la religión en la sociedad y en la vida individual de las personas. Es verdad, que, si hubiera una mayor aceptación de la importancia que tienen ambas en la vida, tanto individual como social, podría darse una mayor valoración y un mayor aprovechamiento a las enseñanzas religiosas y un mayor respeto hacia la diversidad y prácticas de la sociedad moderna. Debido a que se impulsaría a que personas de diferentes culturas y religiones pudiesen reunirse para compartir sus respectivas creencias y experiencias desde el respeto a las diferencias que hubiera entre ellas. Es este respeto el que ayuda a promover un entorno más inclusivo y seguro para todas las personas, lo que ayudaría a reducir la discriminación y el prejuicio. Lo que queda de manifiesto es que toda solución pasa por abordar las causas subyacentes a la pérdida de influencia, lo que llevaría a buscar formas de aumentar el interés y la participación en las prácticas y enseñanzas religiosas. Para ello, podríamos hablar de los beneficios que podría tener la educación religiosa, un mayor diálogo y colaboración entre las diferentes tradiciones religiosas o un mayor énfasis en la importancia de la fe y la espiritualidad en la vida moderna.

La enseñanza religiosa en una sociedad tecnologizada.

Una de las respuestas que se suelen dar para la explicación de la secularización que se está dando, es el mundo tecnológico que se está viendo. La ciencia y la tecnología parecen quitar sitio a lo religioso y lo espiritual. Sin embargo, desde el prisma de este mundo altamente tecnológico se puede dar un mayor enfoque a la enseñanza religiosa, aprovechándose de la propia tecnología. De esta manera se puede utilizar la tecnología para proporcionar una educación religiosa más accesible y atractiva, puesto que en la actualidad parece que lo que emplee la tecnología se hace más llamativo a la sociedad. Por esta razón, es cierto que se comienzan a ver diferentes plataformas en línea y aplicaciones móviles que ofrecen cursos y recursos educativos sobre diferentes tradiciones religiosas y temas espirituales. De la misma manera se podría dar una mayor relevancia a los foros, chats y redes sociales que fomenten el diálogo y el intercambio de ideas entre las personas. Estas ideas, evidentemente, se pueden hacer, gracias a la tecnología, en un diálogo interreligioso, debido a que hay múltiples posibilidades de comunicación online. Al poderse facilitar este tipo de encuentros fomenta todavía mucho más una educación religiosa atrayente, porque incluso podría darse que participaran personas sin creencia religiosa alguna. Con todo ello, se puede ver que la tecnología, aunque pudiera parecer un obstáculo en la religión, puede ser una herramienta valiosa para mejorar su enseñanza y hacerla más accesible y relevante a las personas de un mundo moderno.

Conclusión.

A día de hoy deberíamos preguntarnos si en una sociedad moderna que está basada en la razón y en la tecnología habría cabida a la vivencia de la fe. Esta vivencia, desde luego, supone un desafío en la modernidad. Puesto que en la actualidad se está observando y experimentando como todo aquello que se refiera a la religión está perdiendo su influencia e importancia para la sociedad. Todo ello está siendo reemplazado por la ciencia y la razón. Ante esto, ha aparecido, además, la tecnología, con un gran impacto en la forma en que las personas experimentan y practican la fe, puesto que ha cambiado la forma de comunicarse y acceder a la información religiosa. Pero a pesar de estos desafíos, hay que fijarse en que son todavía muchas personas las que siguen encontrando significado y propósito en la fe y en la religión en este mundo moderno y tecnológico. En la fe es donde estas personas encuentran una guía espiritual en un mundo cambiante y de esta manera ofrecer un sentido de pertenencia y comunidad en una sociedad cada vez más fragmentada, Por ello, cade concluir que en esta sociedad moderna es posible, e incluso necesario la vivencia de la fe, por parte de algunas personas, que muestren al resto otro punto de vista donde poner el sentido y la razón de vivir.

Maximiliano García

jueves, 16 de febrero de 2023

Mi vida está afinada cuando...

 Mi vida está afinada cuando admiro.

Admirar a Dios, autor y creador de cuanto existe, es muy fácil. Basta abrir los ojos y contemplar su obra. Y es lo que le ocurre a la gente sencilla, ven lo evidente sin dificultad. Pero si uno se repite a sí mismo a toda hora, ¿quién como yo?, ya no es tan fácil. Y es lo que les ocurre a los que se imaginan que están siempre en lo más alto. Admirar es una acción muy cotidiana. Es una actitud sencilla que se oculta a los ojos de los demás porque acontece dentro de nosotros. Hay quienes dicen que es la cualidad de los santos que gustaban las cosas, como lo hacía María la madre de Jesús, y la guardaban en su corazón. De hecho, la «sabiduría» que tiene su raíz en el verbo «sabor» hace referencia al que saborea las cosas en su interior. Quienes admiran y saborean, gustan, de los acontecimientos de su vida internamente pueden traspasar el límite del conocimiento lineal para unirse místicamente con Dios. 

¿De qué depende la admiración? De la capacidad para mirar los acontecimientos de nuestra vida con disposición interior para agradecer y aprender. Es una receptividad activa que permite comprender de qué manera los hechos, acontecimientos, y situaciones que acontecen en nuestro alrededor resuenen dentro de nosotros. La admiración hace posible que la vida cotidiana resuene en nuestro interior con nueva luz, nos haga comprender cómo impacta en nosotros lo que ocurre a nuestro alrededor y de qué manera nos moviliza.

Mi vida está afinada cuando cultivo el silencio.

El silencio no es ausencia de ruido. Cuando vamos al campo, o a cualquier lugar de la naturaleza alejado de casas o carreteras, suele haber una sensación de paz y de silencio, pero en verdad no hay silencio puesto que hay otros sonidos como pájaros, viento, hojas que se mueven, el mar o un río, etc. La experiencia de silencio está más asociada a armonía que a ausencia de sonido. Cuando hay armonía, la sensación que tienes es de silencio.

En el interior de la persona pasa lo mismo. Cuando alguien consigue que no haya ruidos, disfruta de una armonía interior, en esa armonía se va cultivando el silencio. El silencio tampoco es la mente en blanco, vacío. Hay un silencio armonioso.

El Papa Francisco invita a cultivar el silencio y dice que el silencio "asusta un poco" porque pide que las personas entren dentro de sí mismos y encuentren la parte más verdadera. "Son muchas las personas que tienen miedo del silencio, por lo que deben estar todo el tiempo hablando o escuchando la radio o la televisión, pero no pueden escuchar el silencio".

Mi vida está afinada cuando soy solidario.

La solidaridad procura mejorar la calidad de vida: dar algo sin esperar nada a cambio, brindando satisfacción a los necesitados para que se sientan parte de la sociedad. Es la base de muchos valores humanos: representando la amistad, la familia, el amor, la lealtad, etc. Servir a otros: ayudar a los menos privilegiados.

Una persona solidaria es aquella que brinda un apoyo a otra solo por empatía, al reconocer que el otro tiene una necesidad que en esos momentos no puede cubrir. La solidaridad se da manera voluntaria, y el único beneficio que podría conseguir quien la lleva a cabo es una satisfacción personal.

Mi vida está afinada cuando regalo tiempo, sonrisas alegría, etc.

Sonreír es muy importante. Alivia tensiones, mejora el ánimo, nos acerca a los demás. Sin duda, el valor de la sonrisa está en auge hoy en día.

Desde pequeños se nos enseña que la madurez tiene que ver con la seriedad y la responsabilidad. Así, cuando crecemos, creemos que somos maduros porque nos volvemos más serios, somos más realistas y nos olvidamos de soñar. Y poco a poco, acabamos aprendiendo a reprimir cualquier atisbo de sonrisa si esta no está “justificada”. Sin embargo, la sonrisa nos da vida, alivia tensiones y es contagiosa. ¿Por qué no hacerlo más a menudo?

Cuando le sonreímos a otra persona, le estamos diciendo muchas cosas, entre ellas que nos gusta que comparta el espacio con nosotros. 

Lo más importante que tiene la sonrisa cuando va dirigida a otra persona es la transmisión de una sensación de compañía. Algo tan simple como sonreír puede hacer que la otra persona sienta que no está sola en el mundo, o que alguien le muestra aprecio. Pero, además, nosotros, al recibir una sonrisa de vuelta, sentimos que tampoco estamos solos, y que hay personas que nos valoran y nos aprecian.

Regalar sonrisas es algo efectivo que podemos hacer para desconectar de la rutina. Nos saca la negatividad de los problemas y nos cambia el punto de vista para enfrentarnos al día a día. Es como si cambiaras los polos de negativo a positivo, y no requiere de ningún esfuerzo.

Además de la sonrisa, como dice Rick Warren, El tiempo es el regalo más preciado porque sólo tienes una cantidad limitada de él. Puedes hacer más dinero, pero no puedes conseguir más tiempo. Cuando le regalas a alguien tu tiempo, le estás dando una parte de tu vida que nunca recuperarás. Tu tiempo es tu vida. Por eso el mayor regalo que puedes dar a alguien es tu tiempo. Las relaciones requieren tiempo y esfuerzo, y la mejor manera de deletrear amor es “T-I-E-M-P-O.

¿Qué más se puede regalar? Cuando demostramos afecto por alguien, cuando celebramos alguna noticia, cuando compartimos alguna experiencia, estamos regalando alegría.

Mi vida está afinada cuando alabo a Dios.

La alabanza a Dios es algo que se ofrece en reconocimiento de la grandeza de Dios. Se podría pensar que alabar es lo mismo que decir “gracias”, pero existe una diferencia. El agradecimiento describe nuestra actitud hacia lo que Dios ha hecho, mientras que la alabanza es ofrecida por quien es Dios. La alabanza orienta hacia un reconocimiento de la gloria de Dios por su intervención en medio de la humanidad, que lleva a elogiarle y a aclamarle de forma permanente con júbilo y alegría.

La alabanza hacia Dios es expresada a través de acciones diarias y pensamientos. De tal manera que la alabanza abarque tanto el interior de la persona como las obras exteriores, creando una armonía en la persona.

Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Salmos 103:1-2 (NTV) 

La alabanza tiene que ver con guiar todo el ser para que se centre en el favor de Dios; al alabar de corazón se posibilita tener un encuentro con el Señor. La alabanza, lleva a vivir la vida de Jesús en la realidad cotidiana. Nadie puede amar a Jesús sin amar también a los otros que Jesús ama. La alabanza, debe realizarse no sólo con los labios y el corazón, sino también con las obras. Es lo que hizo Jesús (Jn. 17,4). 

Mi vida está afinada cuando cumplo mis compromisos.

Una de las manifestaciones de integridad personal es cumplir con los compromisos que uno ha adquirido. Ya sea en el ámbito profesional, en el familiar o en cualquier otro ámbito. Cuando una persona cumple con la palabra dada, esta persona es de fiar. Es una persona íntegra. Uno puede estar tranquilo de que lo que se ha acordado se va a llevar a la práctica. Cumplir con los compromisos que hemos asumidos cuando estos compromisos son agradables es muy fácil. Cumplirlos cundo nos resultan engorrosos, pero las consecuencias de no cumplirlos son todavía más dolorosas, también lo hace cualquiera. Pero cumplir con los compromisos adquiridos, cuando estos se muestran arduos, y está en nuestra mano no cumplirlos, sin que salgamos perjudicados, esto sí que es síntoma de categoría humana, de respeto por las personas y de integridad moral.

Las promesas son muy bonitas, pero sin los hechos nada va a cambiar, y el compromiso es precisamente lo que nos permite transformar una promesa en realidad. Por eso una persona proactiva, acostumbrada a cumplir su palabra, consigue más fácilmente lo que se propone.

Mi vida está afinada cuando cumplo la misión de Dios.

Saber con claridad para qué fuimos creados por Dios, no es tarea fácil. Y cuando hacemos esta pregunta muchos contestan que no lo saben, pero cuando lo sepan y coloquen sus fuerzas en cumplir esa misión serán verdaderamente felices. Otros creen que la misión que tenemos cada uno es aquella que nosotros mismos nos damos. Otros, lo tienen claro, ya sea por las circunstancias de la vida o porque han escuchado la voz del Señor mediante sus maravillosas señales. Y sólo algunos de los que tienen clara su misión, hacen la voluntad del Padre.

En lo que sí podemos converger, es que todos tenemos una misión específica en este mundo, que es dada por Dios desde antes de nacer y con la cual llegaremos a la plenitud. El Señor nos eligió desde antes de ser creados y lo hizo para que vivamos de acuerdo a su voluntad.

Los cristianos, tenemos una misión que nos ha sido encomendada a nivel general: dar testimonio del Señor de palabra y en obras, y practicar las obras de misericordia corporales y espirituales. Pero, aparte de esta misión general, también existen tareas específicas, que han sido “diseñadas” particularmente para nuestra persona. Entonces, ¿cómo podremos descubrir ésta nuestra misión específica? Debemos observar atentamente en qué circunstancias de vida Dios nos ha puesto, y cuáles son las tareas que conlleva esta realidad en que vivimos. Lo importante es comprender que tenemos el honor de ser enviados por Dios para cumplir una misión en este mundo. Si somos conscientes de ello, no nos enredaremos en los asuntos mundanos y podremos levantar a toda hora nuestra mirada a Dios, para examinar si estamos siguiendo Sus huellas. 

Maximiliano García

lunes, 13 de febrero de 2023

El monacato

 

¿Qué es el monacato?

El monacato es aquella forma de vida en la que algunas personas deciden consagrar sus vidas a Dios y tener una vida de oración y servicio. Estas personas, por su propia voluntad se entregan a Dios como monjes y monjas y pasan a vivir en comunidades monásticas. En estas comunidades viven bajo unas reglas y normas, que están orientadas a una mayor relación con Dios y la búsqueda de la santidad, a través del trabajo y la oración, que se caracteriza por la disciplina y la austeridad.

¿Cuándo surge el monacato?

Esta forma de vida tiene sus raíces en la antigua práctica de los ermitaños y se desarrolló de una manera organizada a partir del siglo III y IV. Éstos impulsados por el deseo de una vida más dedicada a Dios, se retiraban a lugares solitarios para vivir en aislamiento, respecto a la sociedad, y en oración. Este tipo de vida, al principio en soledad, con el tiempo se comenzó a vivir en pequeñas comunidades, en las que se compartían recursos y se ayudaban en las prácticas espirituales. Estas primeras comunidades fueron evolucionando hasta lo que hoy se conoce como monasterios, en los que sus miembros adoptan una regla monástica como marco común para su vida cotidiana.

San Benito y su regla.

San Benito fue quien fundó un monasterio en el siglo VI. En el mismo escribió una regla que se convirtió en un modelo para las comunidades monásticas de todo el mundo. Esta regla establece una serie de normas para la vida común en los monasterios. Se centran en la oración, el trabajo, el ayuno, la castidad y la obediencia al superior. Con ello, la regla persigue que en el marco monástico se dé una vida ordenada y estructurada enfocada en la humildad, obediencia y piedad.

Algunos de los principios clave de la Regla de San Benito son:

Ø  La importancia de la oración y la meditación: los monjes son exhortados a orar y meditar regularmente, y a dedicar gran parte de su tiempo a la contemplación. Además de la recitación de salmos, la lectura de las Palabra de Dios y la celebración de la Eucaristía.

Ø  El trabajo manual: los monjes son alentados a trabajar con sus manos, y a dedicar una parte de cada día a tareas manuales como la agricultura, la artesanía o la copia de libros.

Ø  La vida comunitaria: la regla destaca la importancia de la vida en comunidad y establece reglas para una convivencia pacífica y ayuda mutua.

Ø  La obediencia: los monjes son exhortados a obedecer a su abad y a renunciar a su propia voluntad en favor de la voluntad de Dios.

Con los años, la regla monástica de San Benito se ha adaptado y se ha modificado, de manera que sigan siendo una fuente de inspiración y orientación para la vida religiosa en la actualidad. Ya que, hoy en día la vida de los monasterios puede variar dependiendo de la tradición religiosa. Sin embargo, esta vida sigue siendo una forma de vida centrada en la oración, el trabajo y la vida en comunidad. Este tipo de vida sigue siendo significativa y relevante para muchas personas actualmente.

Importancia del monacato en la vida de la Iglesia.

El monacato ha tenido un papel importante en la vida de la Iglesia desde sus orígenes. Sigue siendo una fuente de influencia y renovación espiritual para la Iglesia Católica hoy en día.

Algunos puntos en los que ha influido el monacato en la vida de la Iglesia son:

Ø  Oración y contemplación, donde los monjes han sido considerados como modelos de oración y han dedicado gran parte de su vida a la contemplación y el diálogo con Dios. Su ejemplo ha inspirado a la Iglesia a centrarse más en este sentido.

Ø  Preservación de la fe y la cultura, que a lo largo de la historia la vida religiosa monástica ha jugado un papel importante, puesto que han copiado y traducido textos sagrados y han mantenido viva la tradición cristiana a través de épocas de incertidumbre y cambio.

Ø  Reforma y renovación, en la que el monacato ha sido una auténtica fuente en momentos clave de la historia cristiana. Por ejemplo, los movimientos monásticos de la Edad Media y el Renacimiento que influyeron profundamente en la vida de la Iglesia y ayudaron a revitalizar la fe.

Ø  Espiritualidad, algo que desde siempre ha compartido la vida religiosa monástica con la Iglesia y con la sociedad en general, siendo fuente de inspiración y guía espiritual para muchas personas.

Ø  Servicio, donde muchos monasterios han sido centros de servicio y caridad a lo largo de la historia. Los monjes y monjas han dedicado su vida a cuidar a los pobres, enfermos y marginados.

Podemos concluir que el monacato es una forma de vida que se extendió por el mundo cristiano, convirtiéndose en un importante agente de evangelización y preservación de la cultura. A lo largo de la historia, el monacato ha experimentado cambios y desafíos, pero sin perder su verdadero camino de encuentro con Dios por medio de la oración y el trabajo, convirtiéndose en referente para muchas personas en la actualidad.