La
felicidad es algo que ilumina nuestro propio camino y el de los demás. Jesús
fue preparando un camino de felicidad, pasando por la cruz para llegar a la
Pascua. Queremos ofrecer a los otros la luz de la felicidad manifestada en
gestos, momentos y forma de vida.[1]
Esta
primera semana de cuaresma reflexionamos sobre la felicidad. Una felicidad que
debemos tener sabiendo que Cristo ha vencido todo sufrimiento para darnos una
vida abundante y plena. Esa felicidad la debemos contagiar en nuestras
familias, trabajos, compañeros, amigos, vecinos y a todo aquel con el que
podamos cruzar alguna palabra o gesto. Es así como la luz de la fe se irá
expandiendo en todos aquellos que tengan contacto con nosotros.
Para
ello, no estamos solos. Si escuchamos al Señor en esta semana, veremos como Él
nos da la esperanza de poder vivir felices y cómo irradiar esta felicidad.
En
este primer domingo, Escuchamos como Jesús vence las tentaciones. Hemos de
preguntarnos cuántas veces somos tentados nosotros, y lo difícil que es, muchas
veces, resistirse a esas tentaciones. Pues entonces hemos de escuchar a Jesús
que nos da la clave para vencerlas. Jesús lo primero que nos dice es que está
lleno del Espíritu Santo. Sí, es Él el que está en nosotros, y es de Él de
quien nos debemos dejar guiar en nuestro caminar cristiano. Todos ya hemos
recibido el Espíritu Santo en el Bautismo,muchos lo habremos recibido en
el Sacramento de la Confirmación, otros pocos en el Sacramento del Orden y
otros pocos también en diferentes oraciones de efusión del Espíritu Santo. Pues
bien, creámonos que el Espíritu Santo habita en nosotros. Creámonos que ya
contamos con la fuerza y la Gracia de Dios que nos da el Espíritu Santo y dejemos
que sea Él quien actúe en nosotros. Lo segundo que nos muestra Jesús, es una
gran confianza en el Padre. Muchas veces, solemos caer en el error de que
nosotros solos podemos salir y vencer las tentaciones por mera voluntariedad,
pero lo cierto es que cuando actuamos de esta forma, lo más probable es que
sucumbamos ante la tentación. Si Jesús, siendo Dios, nos dice que iba llena del
Espíritu Santo y que confiaba en el Padre, cómo nosotros no lo vamos a
necesitar. Uno de los grandes pecados que nos hacen caer en la tentación, sin
duda es la soberbia.
El
lunes, Jesús nos dará un paso más hacia cómo vivir de esta felicidad, y es
dando lo mejor de nosotros mismos a nuestro prójimo, haciéndolo como si lo
estuviésemos haciendo al mismo Jesús, “cada
vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.
¿Cómo queremos tratar a Jesús en nuestra vida? Veamos en el otro la imagen y el
reflejo de Dios y entreguemos nuestro amor en cada cosa que hagamos.
El
martes, como no puede ser de otra manera, el Señor nos invita a orar. Orar no
con mucha palabrería, como si quisiéramos convencer al Señor de alguna cosa.
Sino orar con el corazón, con las mismas palabras que Él rezaba. En el fondo,
una vez más, adquirir, dentro de nuestras posibilidades, las mismas actitudes
que Cristo, nuestro Señor.
El
miércoles, un aviso. No nos dejemos engañar por nada ni por nadie. Muchos
vendrán con acciones o palabras buenas, intentando convencernos de que debemos
actuar de “tal y cual” manera. Pues bien, Cristo nos recuerda que Él es más que
cualquier otro que quiera venir a sucederle o sustituirle. NO nos dejemos
engañar y vivamos esta semana con el corazón y los sentidos puestos en el Señor.
El
jueves, un paso más, confiar en el Señor porque “quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre”.
NO nos lo puede decir más claro. Confianza en el Señor en todo momento, porque
siempre estará dispuesto a escuchar nuestras necesidades y a llenarlas de sus
bendiciones.
El
viernes nos hablará de la reconciliación con los demás. El rencor y el odio son
las dos armas más fuertes del Maligno para esclavizarnos. El Señor nos lo
recuerda y nos pide que vayamos a reconciliarnos con el prójimo.
Por
último, el sábado, se nos recuerda nuestra identidad de cristianos, que no
puede ser otra sino vivir en el amor al prójimo. Pues por el amor nos
reconocerán.
Toda
esta semana, se nos invita a que recordemos que la fe sin obras está muerta. Y que
la obra mayor de la fe no es otra sino el amor a Dios y al prójimo. Y sin amor,
no es posible la felicidad. De ahí que se entienda, que en esta semana vivamos
el amor con todos aquellos con los que nos encontremos, compartamos, con las
obras de amor y con las obras de misericordia, nuestra fe. Haciendo así una
auténtica cuaresma en nuestra vida.
¿Cómo
vas a vivir esta primera semana de cuaresma? No lo olvides comparte tu fe con
los demás y transmite así la felicidad de sabernos amados y salvados por Dios.
FELIZ
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA
Maximiliano García Folgueiras
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