miércoles, 16 de diciembre de 2015

Adviento, tiempo de esperanza


    Esta es una reflexión que he hecho sobre el adviento. Espero que os ayude a vivir este tiempo de espera, con la ilusión de que Dios viene a salvarnos.
    Se me insiste en este adviento en no perder la esperanza. Una esperanza que no se basa en la mera teoría o palabrería, sino en la misma acción de Dios. Se me hace recordar en cómo Dios ha actuado a lo largo de mi vida. ¿Cómo dudar de ello? ¿Cómo dudar de algo que he vivido en primera persona? Es algo tan evidente que lo he vivido que no lo puedo negar, pues sería como negar mi propia existencia. Como dijo Descartes “pienso luego existo” yo podría decir “tengo experiencias luego existo”. Desde esta experiencia de la acción de Dios en mi vida, es como en muchos momentos de mi vida he podido decir como el salmista “el Señor ha estado grande con nosotros”. Ahora me doy cuenta de que no tengo porque dudar de que el Señor obra. Y Él siempre que obra lo hace por amor. Con Él es con quien mejor se entiende aquello de “obras son amores y no buenas razones”. En la perícopa de Lucas (Lc 7,19-23) se insiste precisamente en esto. La respuesta del Señor siempre es la acción, siempre actúa en favor de la salvación del hombre. Hoy una vez más, Jesucristo se encarga de recordarme que el adviento es ese tiempo propicio para echar una mirada a su acción en mi vida y esperar a que lleve a plenitud su obra de salvación en mi. La realidad, a veces dura y difícil que puede evitar esta visión, no puede ser más fuerte que la esperanza. Hoy más que nunca ha de resonar en mi corazón aquella afirmación <<la esperanza es lo último que se pierde>>. Son muchas cosas las que pueden debilitar esta esperanza, pero ante esas dudas hoy el Señor recuerda y dice “mira tu vida, mira tu pasado, mira todo lo que ha ocurrido en tu vida y observa todo lo que he hecho por ti”. ¿Cómo puedo dudar de esto? De ninguna de las maneras. Dios en su infinito amor me prueba que no se olvida de mi. Que Él seguirá actuando, aunque a veces me cueste verlo o ser consciente de ello. Me sigue pidiendo confianza, de que mi vida, con Él, sea la que sea, siempre será mejor. Él es paz, Él es amor, Él es alegría. Él promete que si estoy con Él, si espero en Él, mi vida gozará de aquello que más anhela, la paz y la serenidad que hacen feliz al hombre. Hoy le pido a Dios que haga posible esto en mi vida. Que me dé la gracia para esperar en él, que esta Navidad sea un verdadero encuentro con Él. El encuentro que dé el verdadero sentido a mi vida y a mi existir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario