Esta es una reflexión que he hecho sobre el adviento. Espero que os ayude a vivir este tiempo de espera, con la ilusión de que Dios viene a salvarnos.
Se me insiste en este adviento en no perder la esperanza. Una
esperanza que no se basa en la mera teoría o palabrería, sino en
la misma acción de Dios. Se me hace recordar en cómo Dios ha
actuado a lo largo de mi vida. ¿Cómo dudar de ello? ¿Cómo dudar
de algo que he vivido en primera persona? Es algo tan evidente que
lo he vivido que no lo puedo negar, pues sería como negar mi propia
existencia. Como dijo Descartes “pienso luego existo” yo podría
decir “tengo experiencias luego existo”. Desde esta experiencia
de la acción de Dios en mi vida, es como en muchos momentos de mi
vida he podido decir como el salmista “el Señor ha estado grande
con nosotros”. Ahora me doy cuenta de que no tengo porque dudar de
que el Señor obra. Y Él siempre que obra lo hace por amor. Con Él
es con quien mejor se entiende aquello de “obras son amores y no
buenas razones”. En la perícopa de Lucas (Lc 7,19-23) se insiste
precisamente en esto. La respuesta del Señor siempre es la acción,
siempre actúa en favor de la salvación del hombre. Hoy una vez
más, Jesucristo se encarga de recordarme que el adviento es ese
tiempo propicio para echar una mirada a su acción en mi vida y
esperar a que lleve a plenitud su obra de salvación en mi. La
realidad, a veces dura y difícil que puede evitar esta visión, no
puede ser más fuerte que la esperanza. Hoy más que nunca ha de
resonar en mi corazón aquella afirmación <<la esperanza es
lo último que se pierde>>. Son muchas cosas las que pueden
debilitar esta esperanza, pero ante esas dudas hoy el Señor
recuerda y dice “mira tu vida, mira tu pasado, mira todo lo que ha
ocurrido en tu vida y observa todo lo que he hecho por ti”. ¿Cómo
puedo dudar de esto? De ninguna de las maneras. Dios en su infinito
amor me prueba que no se olvida de mi. Que Él seguirá actuando,
aunque a veces me cueste verlo o ser consciente de ello. Me sigue
pidiendo confianza, de que mi vida, con Él, sea la que sea, siempre
será mejor. Él es paz, Él es amor, Él es alegría. Él promete
que si estoy con Él, si espero en Él, mi vida gozará de aquello
que más anhela, la paz y la serenidad que hacen feliz al hombre.
Hoy le pido a Dios que haga posible esto en mi vida. Que me dé la
gracia para esperar en él, que esta Navidad sea un verdadero
encuentro con Él. El encuentro que dé el verdadero sentido a mi
vida y a mi existir.
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