viernes, 22 de enero de 2016

Escuchar al Señor y Predicar


Jesús llama a estar con Él. Lo primero a lo que nos llama no es a estar haciendo cosas y más cosas. Jesús no llama a realizar simplemente actividades y a rellenar agendas con cosas, ni a tener la mesa del despacho llena de papeles. Jesús nos llama a estar con él.
Esto es lo primero que se debería tener claro en las parroquias, en los movimientos, en las instituciones, en las congregaciones y en todo lugar que se quiera dedicar a la evangelización. Lo primero es estar con el Señor, es conocerle. Es dedicar nuestro tiempo a estar con Él. Esto, puede parecer una pérdida de tiempo. Puede parecer que eso no sirve de nada, como se dice de muchas comunidades de vida consagrada dedicadas a la oración. Pero es curioso que esto es lo que nos pide el Señor. San Francisco de Asís esto sí lo entendió. Y el pusó a sus seguidores que primero estuviesen una temporada en oración y en comunidad para después salir a predicar. Todo tiene sentido, ¿A quién vamos a presentar o a predicar si no le conocemos? Tiene toda su lógica y Jesús mismo no se la quisó saltar aún siendo Dios. Él quiso que a los que llamó, primero estuviesen una temporada con Él, que aprendiesen de Él, que aprendiesen el mensaje que Él quería dar, que aprendiesen su obrar y su hablar, su doctrina. Ellos, los que le seguían, probablemente no se enterarían de nada o de poco, pero hay estaban, tomando notas y apuntes, y no tanto de papel, sino en su corazón y en su mente. Es esto lo que después ellos transmitirían, el amor, la entrega y las enseñanzas en palabras y obras que el mismo Jesús realizó estando con ellos.
Los elegidos después se los mandó a predicar. A predicar como Él lo hizo, con obras y con palabras. No mandó a estar en los despachos, no mandó estar rodeados de papeles, no mandó a tener mil actividades para entretener a los que nos vienen. No, Él nos mandó salir a las calles a anunciar su mensaje. Él nos mandó a predicar, a estar con los demás, a salir y demostrar que la fe es algo que merece la pena. Salir a por esos que están fuera esperando a que alguien les llame. Si Jesús no hubiese salido fuera a llamar, ¿Quienes serían los apóstoles? O mejor aún, ¿Habría apóstoles? Cuánta gente hay en nuestras calles esperando a que se les llame, para darles una nueva oportunidad en la vida para que encuentren, lo que quizás, por la razón que sea, hayan perdido. Esto en definitiva es lo que se podría traducir con salvar la vida de alguien, dar a alguien la oportunidad que vuelva a disfrutar de la vida y del amor que Cristo nos da.
No tengamos miedo. Escuchemos la voz del Señor y llevemos su mensaje a todas las gentes. No nos dejemos llevar por papeles ni por actividades que llenan nuestras agendas. Llevémonos a nosotros mismos a los demás y presentémosles a Cristo Señor y dador de Vida.
cf. Mc13,13-19

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