LOS
FALSOS PROFETAS
El
otro día en una reunión se pudo escuchar como el que hablaba, de repente, soltó
una frase que a mi me dejó bastante intranquilo. En medio de esa reunión se
escuchó “Yo hablo en nombre de Dios”, empleando esta frase para reforzar lo que
estaba diciendo, que no era otra cosa sino arengar a los que escuchaban para
imponer sus criterios. Ante esto, cuando esta persona terminó de hablar, mi
sorpresa fue que hubo varias personas que aplaudían mientras criticaban a
otras. Yo, confieso que me quedé muy pensativo e intranquilo, y cuando llegué a
casa me puse a reflexionar sobre lo escuchado. Entonces pensé en lo que ya
Jesucristo nos avisa, en los falsos profetas. Tomé la Biblia y me puse
a leer cómo estos falsos profetas emplean una apariencia de una gran
espiritualidad y sabiduría, así como una relación con Dios que nadie más puede
tener. Y leyendo Mt 7,15-22, el Señor nos avisa de que los falsos profetas se
presentan con piel de oveja pero que son
lobos feroces. La Palabra de Dios dice que a estos les reconoceremos por sus
obras y añade “aquel día muchos dirán Señor, Señor, hemos hablado en tu nombre”
justamente lo que allí pudimos escuchar los presentes, pero el Señor, en la
misma cita les responde “nunca los conocí”. Es decir, que no era en nombre de
Dios, sino en nombre suyo propio, que empleó el nombre de Dios “en vano”, para
reforzar su opinión y su criterio.
Cuando
uno lee la Biblia, ve cómo los falsos profetas exhortan y corrigen, siempre
anunciando la esperanza y la Salvación de Dios. He aquí los frutos de los que
nos habla la Palabra de Dios. Pero esta persona, más bien, estaba buscando
meter miedo, amenazar e imponer su ley y sus criterios. Es entonces cuando hay
que tener cuidado, porque posiblemente estemos ante un falso profeta de nuestro
tiempo, que impone la ley del silencio, del secretismo para salirse con la suya
y con la de todos los que le siguen por detrás.
San
Pablo, también nos habla de otra característica de los falsos profetas, que se
pudo ver en esta persona. Nos lo dice en 1 Tim 1,3-7, donde afirma que estos
falsos profetas emplean una gran palabrería que impresiona al que lo oye,
pensando en el gran conocimiento que éste puede tener. Es lo que se pudo
comprobar, cuando después de un largo rato hablando, usando palabrería,
arengando, un sector de los allí presentes aplaudió y acusó a otras personas
allí presentes también. Si realmente fuese Palabra de Dios, me pregunto ¿no
proporcionaría paz, sosiego, armonía entre los allí presentes y no sólo entre
algunos? San Pedro a esto añade, en 2 Ped 2,3 “por avaricia harán mercadería de
vosotros con palabras fingidas”, todo para buscar prosélitos que le sigan y que
le apoyen. Confieso que me pregunto muy seriamente si esto no es lo que ocurrió
allí. Más bien pienso que esto es precisamente lo que nos pudimos encontrar,
alguien que con su gran discurso creaba la división entre los asistentes. Entonces
me pregunto. Si esta persona “hablaba en nombre de Dios”, es qué Dios busca la
división o la unidad, porque Él mismo nos dice en San Juan, en el capítulo 17,
que quiere que todos seamos uno, es decir, que Jesucristo quiere la unidad y no
la división.
Por
último San Pablo afirma en 1Tim 4,2-4 la intimidación donde el falso profeta
desea tener bajo control a todos sus seguidores, otra de las cosas que allí
pude observar, salir ovacionado por algunos y así tenerles bajo control, pues
prohibió expresamente hacer algo que Él no quería que se hiciese.
Observando
estas características, veo claramente como se trata de un falso profeta, del
que la Palabra de Dios nos advierte. Creo que es muy conveniente algo, que
quizás el Pueblo de Dios no está muy acostumbrado, que es el discernimiento,
para esclarecer ante todo la verdad del Evangelio, que no es otro sino
Jesucristo mismo, quien con su vida ofrecida por la humanidad, nos otorga la
Salvación. Nos debemos fijar más en la Palabra de Dios y en el ejemplo de Jesucristo,
antes que es los falsos profetas que podemos encontrarnos, que no nos conducen
a la Verdad sino a seguirle a él mismo. De aquí la importancia del
discernimiento y de denunciar a estos falsos profetas.
Maximiliano García
Folgueiras
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