lunes, 10 de agosto de 2015

Dar Gracias en todo momento




Dar gracias en todo momento
Hoy en la terraza de mi casa del pueblo, contemplo el monte. Contemplo la belleza de la Creación y cómo se complementan las duras rocas de la montaña, con el frescor del verde de los arbustos, matorrales y árboles. Además puedo contemplar como la erosión del aire, lluvia y nieve han provocado que la roca adquiera formas, en este caso, un pie. Ante tanta belleza, como no decir, junto con el Creador, que es Bueno. Contemplo y pienso en cómo Dios lo ha pensado todo. Cómo Dios en la Creación lo pensó todo hasta el punto de dejarlo preparado para nuestro bienestar, nuestro descanso y nuestro deleite. Hoy, todo eso que vio Dios que era muy bueno, hoy, puedo decir “gracias Padre, por todo lo que me dejas”.
En estos momentos también pienso en las veces que he subido por este monte. Las ilusiones y las fuerzas con las que sales, y lo cansado que llegas a la cima. Pero entonces escuchas lo que te dice el Señor en el Evangelio, “venid a mi los cansados y yo os aliviaré”. Sí, ir a la creación a descansar, en su verdes praderas. Deleitarnos con las preciosas vistas que hay desde la cima y descansar y disfrutar de tanta belleza. Mirar por dónde se sube y ver y recordar los pinchazos con los espinos, las torceduras con las piedras, el cansancio con la subida, y al final de todo, para dar las gracias por tanta hermosura y por la posibilidad del descanso.
Ojalá, aprendiésemos a dar gracias, por encima de las quejas. Ojalá aprendiésemos a darnos cuenta de que siempre tendremos alrededor nuestro, algo o alguien por lo que poder dar gracias. Seguramente, si gastásemos más tiempo en dar gracias, veríamos el tiempo mejor aprovechado, y por tanto, seríamos todos mucho más felices. Dios también nos regala el tiempo para aprovecharlo y disfrutarlo, ¿Cómo se puede aprovechar y disfrutar algo, cuando se pierde en medio de las quejas, de los cansancios, de los agobios? En medio de todo, sea como sea el momento que estemos pasando, demos en todo tiempo gracias por lo que nos rodea, gracias por lo que tenemos, gracias por lo que somos.

Maximiliano García Folgueiras

sábado, 8 de agosto de 2015

En Dios está la solución y la Salvación

En Dios está la solución y la Salvación
Cuando volvieron donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús y se arrodilló ante él. Le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo". Mt 17,14-15.

Cuando leo el evangelio, muchas veces me llama la atención cómo la gente de aquel entonces,  ante algún problema acudía a Jesús. Cómo entonces pedían piedad al Señor para que actuase ante los diversos problemas. Y ante esta realidad, yo me pregunto qué es lo que hacemos en nuestro tiempo. Si realmente acudimos a Cristo, o si, por el contrario, intentamos arreglar la situación con nuestras fuerzas y nuestros méritos. Veo muchas personas que ante las dificultades se hunden, porque ven y sienten como sus fuerzas se acaban y no son capaces de solucionar aquello que  les está haciendo sufrir. Hoy, hay una palabra para estas personas, hoy el Señor tiene algo que decir a todas esas personas, y es que está esperando que acudas a Él , como aquel hombre a pedir misericordia. Entonces Dios, que siempre actúa, te librará de tus problemas. Igual no te soluciona el problema, pero te dará la gracia, la fuerza y el amor suficientes para que vivas con esperanza y optimismo esa situación.
Por otro lado, en la misma perícopa propuesta anteriormente, vemos la importancia de la intercesión. La importancia que tiene el rezar y el pedir, no sólo por nosotros sino por los demás. Por aquellos que conocemos y que están necesitados de esperanza, de amor, de fe, de salud,etc. Nosotros como creyentes sabemos que hay alguien que puede otorgar todo eso, y es el mismo Cristo. Ejemplo claro de esto puede ser Santa Mónica rogando a Dios por su hijo, quien acabaría siendo el gran obispo de Hipona, San Agustín.  La oración de intercesión , además, cada vez estoy más convencido, es aquella oración que nos hace crecer hacía un sentimiento de fraternidad y de comunidad, como Iglesia, en torno a nuestro Padre Dios. No nos podemos olvidar de rezar los unos por los otros, pidiendo la bendición de Dios para cada uno.
Por último, en la perícopa, veo como las personas con autoridad y responsabilidad hacía otros, se mueven desde el amor y no desde el autoritarismo. Muchas veces podemos ver, o caer, en este error. Pero en el Evangelio propuesto, ese padre va, desde todo su amor por su hijo, a Cristo para que sea Él quien obre con poder. No es el padre quien sana, por mucho que él quisiese, no es el padre quien basándose en su autoridad o en su responsabilidad saca del problema al hijo.  Es el padre, donde yo veo la figura de todos aquellos que tienen que desarrollar algún papel de autoridad y responsabilidad,  quien acudiendo y ,sobretodo, llevando a las personas a Cristo, actúa con verdadera responsabilidad.
Nunca nos dejemos llevar sólo por nuestros criterios.  Vivamos siempre a la luz de Cristo que nos acompaña y actúa en nosotros para darnos aquello que  más necesitamos,  su amor, su misericordia y su Salvación.
Maximilano García Folgueiras 

jueves, 6 de agosto de 2015

Los Falsos Profetas

LOS FALSOS PROFETAS
El otro día en una reunión se pudo escuchar como el que hablaba, de repente, soltó una frase que a mi me dejó bastante intranquilo. En medio de esa reunión se escuchó “Yo hablo en nombre de Dios”, empleando esta frase para reforzar lo que estaba diciendo, que no era otra cosa sino arengar a los que escuchaban para imponer sus criterios. Ante esto, cuando esta persona terminó de hablar, mi sorpresa fue que hubo varias personas que aplaudían mientras criticaban a otras. Yo, confieso que me quedé muy pensativo e intranquilo, y cuando llegué a casa me puse a reflexionar sobre lo escuchado. Entonces pensé en lo que ya Jesucristo nos avisa, en los falsos profetas. Tomé la Biblia y me puse a leer cómo estos falsos profetas emplean una apariencia de una gran espiritualidad y sabiduría, así como una relación con Dios que nadie más puede tener. Y leyendo Mt 7,15-22, el Señor nos avisa de que los falsos profetas se presentan con piel de oveja pero  que son lobos feroces. La Palabra de Dios dice que a estos les reconoceremos por sus obras y añade “aquel día muchos dirán Señor, Señor, hemos hablado en tu nombre” justamente lo que allí pudimos escuchar los presentes, pero el Señor, en la misma cita les responde “nunca los conocí”. Es decir, que no era en nombre de Dios, sino en nombre suyo propio, que empleó el nombre de Dios “en vano”, para reforzar su opinión y su criterio.
Cuando uno lee la Biblia, ve cómo los falsos profetas exhortan y corrigen, siempre anunciando la esperanza y la Salvación de Dios. He aquí los frutos de los que nos habla la Palabra de Dios. Pero esta persona, más bien, estaba buscando meter miedo, amenazar e imponer su ley y sus criterios. Es entonces cuando hay que tener cuidado, porque posiblemente estemos ante un falso profeta de nuestro tiempo, que impone la ley del silencio, del secretismo para salirse con la suya y con la de todos los que le siguen por detrás.
San Pablo, también nos habla de otra característica de los falsos profetas, que se pudo ver en esta persona. Nos lo dice en 1 Tim 1,3-7, donde afirma que estos falsos profetas emplean una gran palabrería que impresiona al que lo oye, pensando en el gran conocimiento que éste puede tener. Es lo que se pudo comprobar, cuando después de un largo rato hablando, usando palabrería, arengando, un sector de los allí presentes aplaudió y acusó a otras personas allí presentes también. Si realmente fuese Palabra de Dios, me pregunto ¿no proporcionaría paz, sosiego, armonía entre los allí presentes y no sólo entre algunos? San Pedro a esto añade, en 2 Ped 2,3 “por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”, todo para buscar prosélitos que le sigan y que le apoyen. Confieso que me pregunto muy seriamente si esto no es lo que ocurrió allí. Más bien pienso que esto es precisamente lo que nos pudimos encontrar, alguien que con su gran discurso creaba la división entre los asistentes. Entonces me pregunto. Si esta persona “hablaba en nombre de Dios”, es qué Dios busca la división o la unidad, porque Él mismo nos dice en San Juan, en el capítulo 17, que quiere que todos seamos uno, es decir, que Jesucristo quiere la unidad y no la división.
Por último San Pablo afirma en 1Tim 4,2-4 la intimidación donde el falso profeta desea tener bajo control a todos sus seguidores, otra de las cosas que allí pude observar, salir ovacionado por algunos y así tenerles bajo control, pues prohibió expresamente hacer algo que Él no quería que se hiciese.
Observando estas características, veo claramente como se trata de un falso profeta, del que la Palabra de Dios nos advierte. Creo que es muy conveniente algo, que quizás el Pueblo de Dios no está muy acostumbrado, que es el discernimiento, para esclarecer ante todo la verdad del Evangelio, que no es otro sino Jesucristo mismo, quien con su vida ofrecida por la humanidad, nos otorga la Salvación. Nos debemos fijar más en la Palabra de Dios y en el ejemplo de Jesucristo, antes que es los falsos profetas que podemos encontrarnos, que no nos conducen a la Verdad sino a seguirle a él mismo. De aquí la importancia del discernimiento y de denunciar a estos falsos profetas.

Maximiliano García Folgueiras