COMENZAMOS
LA CUARESMA 2017
Con el miércoles de ceniza comenzamos la cuaresma. Otra
vez, otro año más se nos regala la posibilidad de convertir nuestros corazones
al amor y a la misericordia de Dios. Una vez más se nos recuerda que somos
polvo, ese polvo que mancha, ese polvo que molesta, ese polvo que hay que
quitar y limpiar. ¿Cómo lo hacemos? Convirtiéndonos y creyendo en el evangelio.
La cuaresma es el momento de posicionarnos como
cristianos ante el mundo, ante la realidad que nos rodea, ante las situaciones
concretas que estamos atravesando. Cuaresma es tomar conciencia de que tengo
que aprender a vivir como cristiano, siendo consciente de todas esas ocasiones
que he perdido, dejándome llevar por mis propios intereses y egoísmos. Para
ello se nos proponen los tres caminos cuaresmales: ayuno, oración y limosna. No
tanto, refiriéndose a lo material, que también, sino a cuidar el cuerpo y el
alma de todo lo que puede separar de Dios. Un ayuno de murmuraciones y habladurías,
un ayuno de egoísmos y envidias, un ayuno de soberbia y rencor. Una limosna de
perdón y de paz, una limosna de amistad y fraternidad, una limosna de cercanía
y solidaridad con los más necesitados. Una oración elevada a Dios desde la
realidad concreta que estamos atravesando, una oración de entrega a los demás,
una oración activa para con los demás y pasiva escuchando a Dios y su Palabra
de Vida Eterna, una oración sacramental, donde reconciliarnos con Dios por
nuestro pecado y alimentarnos de nuestro Salvador y Señor, alimentando nuestra
fe.
En el fondo la cuaresma es rasgar los corazones y no las
vestiduras, no se trata de aparentar, no se trata de parecer, no se trata de
que los demás nos vean lo que hacemos o no. Se trata de cambiar lo que
realmente mueve nuestra vida, de cambiar nuestros sentimientos y nuestras
vivencias que se alejan de las vivencias cristianas, se trata de que nuestro
cambio cuaresmal sea por y para Dios. Se trata de arrepentirnos del mal que
cometemos, se trata de salir de nuestras comodidades, de nuestros aposentos, y
ponernos en camino al encuentro con el Señor, aunque sabemos que no es un
camino fácil, que es un camino por el desierto, que es un camino de interiorizar
en nuestra vida, pero que es un camino que termina en un oasis cuaresmal, donde
la fuente de la que brota el agua, es el costado de nuestro salvador, y el agua
es agua de vida eterna.
¿Estamos preparados para
realizar este camino cuaresmal? ¿Estamos dispuestos a llegar al Oasis de la
Vida? Comencemos a caminar en este itinerario cuaresmal con fe y con esperanza
de poder cambiar nuestra vida, afianzar nuestra fe, y llenarnos de Dios y de su
Espíritu Santo.
Maximiliano García Folgueiras