lunes, 27 de febrero de 2017


COMENZAMOS LA CUARESMA 2017
            Con el miércoles de ceniza comenzamos la cuaresma. Otra vez, otro año más se nos regala la posibilidad de convertir nuestros corazones al amor y a la misericordia de Dios. Una vez más se nos recuerda que somos polvo, ese polvo que mancha, ese polvo que molesta, ese polvo que hay que quitar y limpiar. ¿Cómo lo hacemos? Convirtiéndonos y creyendo en el evangelio.
            La cuaresma es el momento de posicionarnos como cristianos ante el mundo, ante la realidad que nos rodea, ante las situaciones concretas que estamos atravesando. Cuaresma es tomar conciencia de que tengo que aprender a vivir como cristiano, siendo consciente de todas esas ocasiones que he perdido, dejándome llevar por mis propios intereses y egoísmos. Para ello se nos proponen los tres caminos cuaresmales: ayuno, oración y limosna. No tanto, refiriéndose a lo material, que también, sino a cuidar el cuerpo y el alma de todo lo que puede separar de Dios. Un ayuno de murmuraciones y habladurías, un ayuno de egoísmos y envidias, un ayuno de soberbia y rencor. Una limosna de perdón y de paz, una limosna de amistad y fraternidad, una limosna de cercanía y solidaridad con los más necesitados. Una oración elevada a Dios desde la realidad concreta que estamos atravesando, una oración de entrega a los demás, una oración activa para con los demás y pasiva escuchando a Dios y su Palabra de Vida Eterna, una oración sacramental, donde reconciliarnos con Dios por nuestro pecado y alimentarnos de nuestro Salvador y Señor, alimentando nuestra fe.
            En el fondo la cuaresma es rasgar los corazones y no las vestiduras, no se trata de aparentar, no se trata de parecer, no se trata de que los demás nos vean lo que hacemos o no. Se trata de cambiar lo que realmente mueve nuestra vida, de cambiar nuestros sentimientos y nuestras vivencias que se alejan de las vivencias cristianas, se trata de que nuestro cambio cuaresmal sea por y para Dios. Se trata de arrepentirnos del mal que cometemos, se trata de salir de nuestras comodidades, de nuestros aposentos, y ponernos en camino al encuentro con el Señor, aunque sabemos que no es un camino fácil, que es un camino por el desierto, que es un camino de interiorizar en nuestra vida, pero que es un camino que termina en un oasis cuaresmal, donde la fuente de la que brota el agua, es el costado de nuestro salvador, y el agua es agua de vida eterna.
¿Estamos preparados para realizar este camino cuaresmal? ¿Estamos dispuestos a llegar al Oasis de la Vida? Comencemos a caminar en este itinerario cuaresmal con fe y con esperanza de poder cambiar nuestra vida, afianzar nuestra fe, y llenarnos de Dios y de su Espíritu Santo.



Maximiliano García Folgueiras