jueves, 14 de mayo de 2015

Ser Uno mismo o ser lo que los demás quieren



¿Ser uno mismo o ser quien los demás quieren?

            Pregunta que hoy se hace muy actual. En muchos momentos, en muchos ambientes y en muchos lugares, da la sensación que la persona se siente obligada a actuar con determinados comportamientos que exigen en el entorno. Lo más preocupante es en aquellos lugares o aquellas personas que también intentan manipular a los demás según su propio discurrir y sus propios planteamientos.

            Ante la pregunta inicial, lo que está de fondo es la pregunta sobre la libertad del hombre. Ésta no radica en el exterior, ni en el entorno, ni en el ambiente. Estos componentes, evidentemente, son factores que afectan, como un añadido. Pero el verdadero fundamento de la libertad está en el interior de uno mismo. En el tener las propias convicciones, deseos, anhelos y proyectos y luchar por ellos. Uno de los personajes que demuestran esto fue el cardenal Van Thuan, que aun estando encarcelado, esa opresión no hizo que él desistiese en su empeño de vivir la Eucaristía. Nadie fue capaz de quitarle su libertad, aunque ésta fuese entre rejas. Esto demuestra que la libertad es algo del interior humano, es algo que compete al modo de vivir las situaciones y no a las situaciones en sí. Quien es capaz de descubrir esto, es capaz de poder comprender que a pesar de las dificultades, a pesar de las situaciones, sean las que sean, uno puede ser feliz, pues la felicidad radica en la libertad que me da el poder vivir cada momento en su plenitud. Debido a la libertad se es capaz de poder ser agradecido en cada momento, aunque éste sea difícil. Como nos dice el conferenciante Nick Vujicic, hay que ser agradecido por lo que se tiene y no amargarse por lo que no se tiene. Y esto sólo se puede realizar cuando uno se siente libre, esté en la situación que esté. Emilio Duró, otro gran conferenciante, en un congreso de mercado internacional en Galicia, afirma “No vendáis vuestra vida”. Creo que esta es la clave del tema reflexionado. Uno no puede querer ser lo que otros quieren. Uno debe aceptarse con sus virtudes y con sus defectos, y así ser libre para mostrarse ante los demás como se es. Esta es la clave en la madurez humana y el cumplimiento del mandamiento que nos dejo Jesucristo “Amar al prójimo como a uno mismo”. No debemos olvidarnos nunca del “como a uno mismo”, pues para que haya amor y crecimiento humano, empieza por aceptarse y amarse uno como es.