jueves, 29 de marzo de 2018

Invitación a Cenar


INVITACIÓN A CENAR

Hoy tenemos una invitación especial. Hoy todos hemos recibido una invitación a cenar, y no a cenar con cualquiera, hoy el Rey nos invita a cenar. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué nos vamos a poner? ¡Qué nervios, y yo sin ducharme! ¡no me da tiempo a nada! Son preguntas y pensamientos que nos podrían venir ante tal invitación. Pero, en esta invitación hay una posdata final, nos pide que no nos preocupemos por cómo vamos a ir vestidos, que no nos preocupemos por cómo debemos ir, que lo único que nos debe preocupar es ir, tal y como estemos en este momento. En la carta lo único que pone es que quiere compartir una cena con nosotros porque quiere compartir su tiempo con nosotros, quiere estar con nosotros, quiere estar cerca de nosotros. ¡Qué bueno es nuestro Rey! Sí, así es Jesucristo, hoy nos invita a cenar con él.
Anthony De Mello decía “En todas las religiones y en todas las culturas, sentarse alrededor de una mesa servida o preparar los alimentos para compartir, es parte de la riqueza cultural y ritual”. Es esta riqueza la que quiere compartir el Señor contigo y conmigo. La riqueza de compartir lo que tenemos, nuestra pobreza, nuestro pecado, nuestras miserias, da lo mismo, él es feliz compartiendo el tiempo con nosotros. Él, hoy tomará todo lo que llevemos, y nos lo lavará. ¡Dios se humilla ante mí! ¿Cómo no sentirse identificado con Pedro? ¿Cómo dejar al mismo Dios que se ponga a mis pies? Porque sólo así tendremos parte en la mesa y podremos estar con él. Dejándonos lavar por el Señor de señores.
La cena representa algo más que nutrir el cuerpo, conlleva en sí un simbolismo más profundo y universal relacionado con formas muy sutiles de nutrir a todo nuestro ser. ¿Con quién compartimos la mesa? Si miramos en nuestro pasado familiar y cultural, nos daremos cuenta que compartir la mesa es un acto ritual, es un momento pleno de significado, un honor que hacemos a otros, porque en esa mesa se servirá lo mejor. Y el hecho de cocinar para alguien es entregar en esa preparación no solamente la habilidad culinaria, sino y, sobre todo, el afecto de regalarle al otro el tiempo. Hoy, se nos pide que este tiempo lo pasemos junto al Señor de la Vida, de la Paz, del Consuelo, junto al Amor de los amores. Es una cena donde el único alimento que hay es el amor. ¿Te quieres saciar de amor? Pues ¡hoy estás invitado a un buffet de amor! Sí, Jesús nos espera a cenar, nos espera con su amor, nos espera con su entrega, ¡nos espera! Hipócrates decía “Que la comida sea tu alimento y tu alimento tu medicina”, pues hoy el Señor nos dice: “Yo soy tu alimento, yo soy el Pan, yo soy el Vino, el que coma de mi Carne y beba de mi Sangre nunca más tendrá hambre ni sed” y nos deja este alimento para siempre. ¿Quién no quiere este alimento? Verdadero alimento de vida eterna, verdadera medicina de todo mal. Hoy el Señor quiere dar cumplimiento a lo que tantas veces nos dijo antes “a vosotros os llamo amigos” y como amigo nos invita a compartir hoy y siempre la cena con él.
Yo voy a ir, no me lo quiero perder, tú, ¿Estás dispuesto a ir, o quieres hacer caso a otras invitaciones que tengas? Tú decides, el Señor te invita y te espera.
Maximiliano García Folgueiras